Un alto en el camino
Antes de seguir con el viaje dos comentarios: 1) no es que quiera que me envidien, pero les aviso que hoy el Bibi y yo nos pasamos la tarde tomando sol en la playa de Portals Nous; ya hay bastante gente, ya están armadas las sombrillitas y hoy hasta había gente en el mar. Allí, en esa playa de Portals Nous (que es preciosa), habrá el 22 de abril una megaorgía, que anuncian hasta por los diarios, ¿qué tal? Nosotros nos lo estamos pensando, porque nuestros huesos ya no están pa´megaorgía, pero la verdad es que habría que ir aunque sea disfrazado de pino piñonero, para chusmear de qué se trata, vio?
Y 2) necesito un español; mejor dicho: necesito una española, a ser posible ama de casa, que me explique por qué cazzo en este país, o al menos en esta isla de este país, te venden los pollos con cabeza, pico y ojos. ¿Será, digo yo, que alguien le come la cabeza al pollo? ¿Será una manera como otra cualquiera de currarte en el peso de lo que te venden? Cuando los compro en la carnicería no tengo problemas porque como ya me avivé le pido al carnicero (carnicera la mía, en realidad) que decapite al pollo. Pero cuando lo compro, como ayer, en el supermercado, ya empaquetado, y lo saco y descubro allí a ese pobre pajarón mirándome, y con todo y pico, me quiero cortar las venas con una planta de lechuga tierna.
Qué los parió! Qué manía! Y allí empiezo a reclamar a los gritos la presencia de Bibiloni en la cocina, para que proceda; ni loca le corto yo la cabeza a esa pobre criaturita del Señor! Y ya que estamos con preguntas a amas de casa: ¿por qué la sal fina de España es algo así como nuestra sal parrillera? ¿Por qué no muelen la sal como corresponde, digo yo??????????????? Pero para ese problema ya tengo solución: en el Carrefour me venden la nunca bien ponderada Celusal, y chau pichi.
Y después de esta breve pero contundente digresión seguiré con el viaje: nos vamos derechito para Cuenca, la de las casas colgadas.
Y 2) necesito un español; mejor dicho: necesito una española, a ser posible ama de casa, que me explique por qué cazzo en este país, o al menos en esta isla de este país, te venden los pollos con cabeza, pico y ojos. ¿Será, digo yo, que alguien le come la cabeza al pollo? ¿Será una manera como otra cualquiera de currarte en el peso de lo que te venden? Cuando los compro en la carnicería no tengo problemas porque como ya me avivé le pido al carnicero (carnicera la mía, en realidad) que decapite al pollo. Pero cuando lo compro, como ayer, en el supermercado, ya empaquetado, y lo saco y descubro allí a ese pobre pajarón mirándome, y con todo y pico, me quiero cortar las venas con una planta de lechuga tierna.
Qué los parió! Qué manía! Y allí empiezo a reclamar a los gritos la presencia de Bibiloni en la cocina, para que proceda; ni loca le corto yo la cabeza a esa pobre criaturita del Señor! Y ya que estamos con preguntas a amas de casa: ¿por qué la sal fina de España es algo así como nuestra sal parrillera? ¿Por qué no muelen la sal como corresponde, digo yo??????????????? Pero para ese problema ya tengo solución: en el Carrefour me venden la nunca bien ponderada Celusal, y chau pichi.
Y después de esta breve pero contundente digresión seguiré con el viaje: nos vamos derechito para Cuenca, la de las casas colgadas.
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