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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

21 junio 2007

Un turista, un amigo


El día que fuimos a Cala Comtessa (que es la que ven en la foto, un poco azulada, eso sí), una playita preciosa y que se llena de gente hasta la bandera, "padecimos" un pequeño episodio sin ninguna importancia, pero que pinta muy bien la mentalidad con la que muchos, que no todos, atienden aquí a los turistas. Nos sentamos en el chiringuito de la playa; yo me tomé un helado. Mientras estábamos allí sentadas esperando que nos atendieran teníamos sentados al lado nuestro al dueño del lugar y a un policía local, uniformado, de puro palique. Conversaban amigable y tranquilamente en riguroso mallorquín, que supongo que creerían que nadie entendería. Grave error. En la mesa del otro lado había una familia de ingleses con chicos chiquitos que comían como limas nuevas, y en otra mesa una pareja mayor de alemanes de apariencia muy, MUY, próspera. ¿Y de qué conversaban tan distendidos el dueño del chiringuito y su amigo el policía en esa lengua que ellos creerían, ilusos, que nadie entendía? Pues de todos nosotros: los turistas. Y nos ponían a parir: que si son (somos) unos roñosos, unos caprichosos, unos malnacidos, una verdadera porquería insoportable. Mientras tanto la camarera, la única camarera, que parecía una europea del Este, rubicunda y políglota, atendía las mesas. Cuando por fin el policía se fue, después de haberse vanagloriado de haber puesto esa mañana montones de multas allí, en la vereda misma del chiringuito, y de lamentar no haber estado el día anterior para hacer lo propio, el malllorquín propietario del lugar se dignó a tomarle el pedido a Mercedes: una ensalada y una Coca Cola. Sin mirarla siquiera, con una cara de bragueta que se la pateaba y con la clara intención de hacernos ver que nos estaba haciendo un favor enorme. Primero trajo la ensalada; la Coca Cola, ausente. Mercedes le recordó, casi a gritos porque al mallorquín ya apoyado en la barra ni se le ocurría mirar hacia otro lado que no fuera el lejano horizonte, que faltaba la Coca. Para qué! No sólo ni la miró, ni le contestó, ni tuvo la deferencia de decirle sí o no; trajo la Coca Cola cuando se le antojó, la apoyó de un golpe encima de la mesa y siempre sin mirarnos se fue diciendo de viva voz y en riguroso español esta vez, como para que le entendiéramos bien clarito "pues vaya lunes tenemos hoy!".

Tuve muchas ganas, muchísimas, y estuve a punto, de decirle que de esos turistas que tanto lo incordian y le parecen tan insufribles come él y seguramente su familia; y que si tanto le molestan, le molestamos, bien podría dedicarse a otra cosa; a tocar la cítara, por ejemplo, o a esbozar la teoría de la relatividad (como dice la Oriental), que es una tarea tanto más sencilla y lucrativa que servirles Coca Cola a los turistas en la playa; o a tirar piedras con hondas y cuidar cabras y comer salteado, que debe ser lo que hacían sus padres y sus abuelos cuando los turistas no venían a Mallorca.

Pero después pensé que soy ya una mujer grande; y que la vida es breve, y generosa con según quién, y que no merecía la pena que Mercedes y yo pasáramos un mal momento por una mala bestia que no debe saber hacer una o con un canuto, así que ahora paz y después gloria, como dicen por aquí. Después de todo para compensar a este animalito del señor estuvo el camarero de Puerto Pollenca, un chiquilín canario simpático y educado; o Nacho, el hijo de Ignacio, y Miguel, que atienden el Mirabó con un cariño que hace que la gente vuelva una y otra vez encantada de la vida; y tantos otros que se esmeran en cuidar el espléndido recurso con trabajo bien hecho.

"Un turista, un amigo" promueve el gobierno balear con enormes carteles. Se ve que no todo el mundo lo entiende todavía. El problema, el nudo del problema, como siempre, debe estar en la educación.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Bravo! eso es precisamente lo que nos hizo creer que los argentinos eran poco menos que extraterrestres, con tanta calidez. Piensa que eso del chiringuito les ocurre a los mismos mallorquines....imaginate a un inmigrante. Pobre hombre, esa es la mallorca real, no te olvides. Viviste la esencia.

24/6/07 16:20  
Blogger albertiyele said...

La Mallorca real también es tu padre, Tomeu. Y tanta y tanta gente que se esfuerza en hacer bien su trabajo. Y a mí en mi querido Buenos Aires poco antes de venirme una empleada de una lencería, después de que yo le hubiera hecho sacar de las cajas 12 mil corpiños para probarme, también es cierto, me espetó: "lo que pasa señora es que usted no necesita un corpiño; usted lo que necesita es un cirujano plástico". Mirá qué calidez! Anécdotas parecidas vividas en Buenos Aires y/o en Mar del Plata te podría contar mil. En todas las casas se cuecen habas, Tomeu, y en la mía a calderadas.

24/6/07 19:12  

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