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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

19 enero 2008

El Vaticano


Allí nos pasamos buena parte del día: la avenida que lleva hasta San Pedro está llena de bares, restaurantes, heladerías, negocios de souvenirs romanos donde te venden desde imanes con fotos de la Dolce Vita o de La princesa que quería vivir (que en España se llamó Vacaciones en Roma) hasta hábitos de órdenes religiosas o rosarios bendecidos; librerías, santerías y embajadas ante la Santa Sede. De paso: la nuestra, la argentina, tiene una bandera que da pena, enredada en el mástil, sucia, casi un harapo que no se distingue de otras varias que cuelgan en el mismo edificio. A pocos metros está la de Brasil, impresionante. Pero sigamos. Tomamos cafecito, cómo no, y nos sacamos fotos en la plaza antes de irnos a hacer una cola de horas para entrar a los Museos Vaticanos. El mundo entero parecía estar haciendo cola allí: parejas de gays, familias enteras de chinos, unos sudamericanos con caras de sudamericanos que se iban colando hasta que los perdí de vista, y que deben haber tardado 10 minutos en hacer lo que a nosotros nos llevó una hora y media, y mucho tránsito en las calles laterales, que nos recuerda que aquello no es un montaje sino una ciudad normal en la que siguen viviendo los romanos que hacen su vida al margen de nosotros, los turistas.

Para entrar a los Museos vaticanos hay montada una sala gigantesca donde se hacen los controles de seguridad y montones de ventanillas para pagar la entrada: 13 euros por cabeza. Ya adentro todos los carteles del circuito te van llevando hacia la Capilla Sixtina, que se ve que es lo que todo el mundo quiere ver. ¿Qué puedo decirles de ese museo vaticano que no esté dicho? Galerías y galerías colmadas de obras de arte de todos los tiempos, hasta el vértigo, hasta que llega el momento en que uno ya ni mira porque tiene agotada la capacidad de distinguir. Mármoles de unos colores que no pueden ni imaginarse; una ostentación de riqueza que impresiona y que está expuesta justamente para eso. Y algunas novedades: hay varias salas dedicadas al arte contemporáneo que fueron incorporadas bajo el auspicio de los últimos papas: Pablo VI y Juan Pablo II. Me pregunto con qué criterio se seleccionaron las obras, pero no hay nada que lo indique. Y hay por lo menos dos obras de un escultor rosarino del que no tuve la precaución de anotar el nombre así que se los debo; de todas formas a mí no me gustó, que igual no quiere decir nada, por supuesto. Y la Capilla Sixtina, por fin, que casi no puede ni apreciarse de tanta y tanta gente. No creo que pase mucho tiempo antes de que restrinjan la entrada; es demasiada multitud, asfixiante.

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