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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

16 abril 2006

Y más Cuenca


Pasamos en la colgada Cuenca un día fantástico. Pero para que se ubiquen (ya sé que podrían mirar un mapa, sí) les cuento: ese tajo en la piedra, ese abismo que parte la tierra en dos, se debe al trabajo de quién sabe cuántos siglos del río Huécar, que apenas un poco más abajo se unirá al Júcar, que viene bajando de las alturas del Sistema Ibérico, del lado de mi querida Aragón, e irán ya uno solo a desembocar al golfo de Valencia, al Mediterráneo, un poco más abajo que aquel Turia bacanazo al que los valencianos domesticaron y encauzaron. Y no sé, no tengo ni la menor idea aunque me lo imagino, quién habrá sido el primero al que se le ocurrió empezar a construir casas allá arriba, agarradas del abismo de roca. Me imagino que primero debe haber sido el monasterio y a su alrededor se deben haber instalado los primeros pobladores, que habrán sido como siempre, servidores de los frailes. La cuestión es que allí, en esas dos orillas extrañísimas del Huécar, que ahora es casi un hilo de agua inofensivo, al que uno le cuesta imaginarse hendiendo rocas, está la vieja Cuenca de calles empinadas, iglesias centenarias, plazas de piedra, rejas que son verdaderas obras de arte, jardines en flor que cuelgan sobre el paisaje, casitas que desde la calle parecen sólo casas antiguas, pero del otro lado dan al abismo mágico del río, la íntima y laberíntica posada de San José, que les trae recuerdos de otro viaje a mis amigos. Por allí caminamos, remontando cuestas para bajar los zarajos, los morteruelos, los jamones, los pistos manchegos, ay, y para deleitarnos con el silencio y la calma de la tarde castellana. Y despacito fuimos bajando por esas calles de cuento hasta la ciudad nueva, la Cuenca-pueblocualquieradelaprovinciadebuenosaires. Todavía me quedaba una sorpresa: hay un punto, un punto exacto, en que el hilo del Huécar se junta con el Júcar, y desde allí siguen juntos. Después les pondré la foto.
Y ya en la Cuenca nueva paseamos por la calle principal, nos tomamos unos cafecitos, y yo huí un ratito a comprarme una prenda muy femenina que me había olvidado de poner en la valija. Y vieran ustedes la lencería que venden en la castellana Cuenca! Se habían puesto lanzadas las mozas castellanas!! En fin, hecha la compra y recorrido el pueblo, volvemos para el hotel, esta vez en taxi, que ya no damos más.
Aprovechamos para recorrer un poco el parador (que quién sabe, ay, cuándo volveré) antes de meternos en las habitaciones a descansar por fin; vemos una especie de convención reunida en el bar que fue capilla (ah y si las piedras pudieran guardar recuerdos y contarlos! qué sorprendidas notaríamos a estas paredes que fueron de convento! las cosas que les ha tocado ver!), y finalmente terminamos el día comiendo algo de fruta en el cuarto de Octavio y Pili, pegado al mío, y charlando y comentando. Y a descansar y a dormir, que mañana nos espera un largo viaje hasta a Bilbao.

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