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En el barco me pasé medio viaje charlando con una tripulante: una chica rumana, preciosa, abogada en su país, que habla español perfectamente porque hace 8 años que vive aquí, y francés e inglés y ruso y por supuesto rumano, y que trabaja en Balearia hace tres años. Aquí estudió Turismo en la UIB (como mi Joaco), y hace la ruta Denia Palma ida y vuelta 5 días por semana. Un encanto, y un placer charlar con ella. Seguramente eso, charlar con gente, conocer otras vidas, es siempre lo mejor de todos los viajes. Y lo que muchísima gente se pierde.
Llegamos a Palma a las 10 de la noche. Desde el barco, en una noche serena, la ciudad se ve espectacular. Me parece que fue la primera vez que llegando a Palma sentí que volvía a casa. Vamos avanzando.
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