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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

14 marzo 2008

De las habas, las costumbres y otras cosas

Ayer se ha desatado un escándalo público en la isla. Un escándalo que hoy aparece en todos los diarios y que tiene, además, todos los ingredientes para convertirse en un interminable novelón de peluquería: corrupción política, vida lujuriosa, homosexualidad, hipocresía en dosis para caballos, en fin: de libreto.
Un ex concejal de Palma, pero no cualquier concejal sino el que fuera el hombre de confianza de la anterior alcaldesa, el encargado del urbanismo de la ciudad, que es "el asunto" en estos pagos, se dedicó durante al menos dos años y prácticamente hasta el día anterior a abandonar su cargo, a pagar con dineros públicos (la tarjeta de crédito, la banelco de nuestros nunca bien ponderados senadores) servicios varios en burdeles para homosexuales. Pero además el tal concejal no sólo está cristianamente casado y con cinco hijos, sino que hizo de su devoción religiosa toda una bandera: hay en las hemerotecas de los diarios fotografías del señor beatíficamente sonriente y rodeado de mujer e hijos y amparado bajo el protector brazo del obispo de Mallorca en la mega reunión de familias católicas apostólicas y romanas cuando el Papa visitó Valencia; e innumerables fotos del muy pío vestido, casi diría disfrazado, de peregrino en cuanta procesión se haya hecho en Palma en los últimos años: cargando la imagen de la virgen, con el rosario en la mano, persignándose. Un modélico padre de familia, devoto y piadoso. De día. Pero ahora parece que de noche le salía de algún lado un Mister Hyde al tipo, que lo convertía en una especie de fauno desenfrenado en busca de sexo droga y rock and roll. Qué va´ser! Debilidades de la carne.
Dado que Rajoy perdió las elecciones todo indica que los inmigrantes no deberemos firmar el famoso contrato. Pero ahora pienso que el asunto no debió quitarme el sueño, que no hubiera sido tan grave: al menos los argentinos no hubiéramos tenido que hacer mucho esfuerzo para adaptarnos a las costumbres de los españoles. A estas costumbres digamos escandalosas ya estamos muy acostumbrados. Lo debemos tener inscripto en la genética: de la mezcla de italianos y españoles que nos formó, ahora que pienso, no podía salir un gélido y correctísimo noruego.
En todas las casas se cuecen habas, decía mi abuelo Pedro, y en la mía a calderadas. Dentro de todo es un alivio. No vivo en el Paraíso.

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