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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

07 agosto 2011

Santander, día uno


Llegué a Bilbao en un vuelo sereno y plácido, a pesar de mis terrores. Cuando empezamos a bajar una nena, Paula, sentada delante de mi asiento con su familia, lloraba sin consuelo. Aterrizó sentada en las rodillas de su mamá. La tripulación de Vueling no sólo desapareció, hasta cerró la cortina para ni ver ni oír ni existir. Mirá que bien.
De Bilbao, autobús a la terminal de autobuses (eso suena horrible) por algo más de un euro, y allí ticket de máquina de 10 eurillos hasta Santander. Antes de salir me como ahí mismo un sandwich de bonito, lechuga y queso que sabe a gloria. En el viaje me despatarro. Hacen demasiado cómodos los autobuses.
Taxi hasta el hotel (Gran Hotel Victoria, no haré comentarios hasta más adelante) y primer paseo por un domingo santanderino de pleno sol. Las playas están repletas de gente; el mar, azul y sereno y supongo que frío. Al sol hace calor. El aire se mantiene, por suerte, fresco. El clima es parecido al de mi Atlánrico. Me gusta.
En el hotel me dicen que llegar al Palacio de la Magdalena es un paseíto. Y sí, sería un paseíto si no estuviera en subida. Los alrededores, lo que supongo que serían los jardines de SAR, son ahora un parque público que la gente usa para hacer picnics y retozar al sol. Está muy bien. Abajo están lo que eran las caballerizas que, reformadas, sirven de alojamiento a quienes como yo vienen a hacer cursos.
Me interno en el bosque y subo la cuesta. El palacio es precioso. Trato de informarme en la recepción, pero me malatiende un muchachito con edad de ser de mi hijo. "Vaya y mire ahí (dedito ahí, su mamá se ve que no llegó a enseñarle que no se usan los dedos como si fueran armas, entre otras cosas que no llegó a enseñarle) y dígame qué curso" . El de Muñoz Molina, le contesto. Yo no lo conozco, dígame el nombre del curso, a cara de perro. Cuando me giro a acatar la orden de fijarme ahí ya está atendiendo a una pareja que se ve que le cayó mejor. Otro chico me sonríe y me ayuda a buscar en la cartelera, dada su amabilidad aprovecho para preguntarle si no tienen un folleto de
las actividades. El pobre me dice que él es un chofer, de los que traen a la "gente importante" en coches de la Universidad. Le traslada mi
pregunta al maleducado, que por respuesta le gruñe: no, no tengo ni folletos ni nada.
No empezamos bien.
Me duelen los pies, bajo de nuevo caminando y me detengo en un bar de la playa. ¿Dónde me detengo? ¿Cuál es el primer bar y la primer
playa que me espera en Santander? La playa de la concha. Debí suponerlo. Y debí mandar al bajito y maleducado ahí mismo: a la
mismísima playa de la concha.
Y atardece, vuelvo al hotel, como algo rápido, escribo las primeras impresiones y ya mismo me estoy yendo con mis bostonianas. O me
podría ir también con Faulkner, que lo tengo acá metido, en este aparatito con el que les escribo. Mañana será otro día.

1 Comments:

Anonymous Teresa G said...

Entro en tu blog y me encuentro con novedades: tu estancia en Santander, en los cursos de literatura impartidos por A. Muñoz Molina.
Veo que lo pasas bien en esta preciosa ciudad pero que también te has topado con gente poco amable y curiosamente con un joven que, trabajando en la universidad, no sabe quién es A. Muñoz Molina.¡Qué cosas! Aunque no sé por qué me sorprendo.
Sé también que este tipo de personas son la excepción pero siempre nos llama la atención.
Espero tus crónicas, tus observaciones llenas de ingenio. Y espero también que dentro de un año compartamos un curso parecido a este.

8/8/11 18:47  

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