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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

08 abril 2006

Valencia, la bella Valencia


Tardé, ya sé. Y no cumplí la promesa de seguir al día siguiente, también sé. Pero no es fácil, no es fácil. No se dan idea de la fatiga que me llevo sólo para pasar las fotos de la cámara a la compu, y de allí al blog. Ay no haber nacido 20 después!
Bueno: esta foto que les puse es de la Plaza del Ayuntamiento. Y uno no sabe por dónde empezar a mirar. Son unos edificios lindísimos, con torrecitas, con campanarios, todos bonitos. Y Valencia es una ciudad muy pujante, muy comercial, con las calles colmadas de gente que va y viene, con una oferta de comercios enorme. Para que se den idea hay sólo allí cinco tiendas del Corte Inglés, que siempre son enormes, y entre ellas la más grande de toda España. El casco histórico es interesante, pero debo confesarles, y no es por fanfarronear, que el de Palma es más lindo y me parece que además está bastante mejor conservado, más limpio y prolijo al menos. Pero "el ensanche", ese entorno que se les construyó a muchas de las ciudades españolas a finales del XIX y principios del XX, es una joya, y además muy grande. Tienen una cantidad enorme de edificios modernistas, uno más lindo que el otro. Y la gente se ve muy relajada y bastante más cordial que los mallorquines (que tampoco hace falta ser muy cordial). Y tienen playa, no en la ciudad exactamente pero muy cerca. Y tienen, o han tenido para decirlo mejor, un río que atraviesa la ciudad, el Turia, que han desviado hace medio siglo porque les hacía desastres en las épocas en que bajaba demasiado crecido. Pero tuvieron el buen tino de conservar su cauce y convertirlo en un gran parque público, un paseo como una gigantesca avenida de árboles y flores, por donde se puede pasear, andar en bici, hacer deportes, lo que se quiera. Y los puentes sobre el viejo cauce del Turia, que eran muchos y todos lindísímos, y que ahora tienen la doble función de adornar y de unir un lado y otro de la ciudad. Y sobre el final de ese gran paseo, la maravilla de Calatrava y su ciudad de las Artes y de las Ciencias. Una edificación de proporciones monumentales, blanca, que puede y debe rodearse como si se tratara de una escultura y que desde cada perspectiva parece cosas distintas: un casco de astronauta, una nave espacial posada sobre la ciudad, un gran escarabajo blanco y reluciente. Bellísimo.
No quiero agotarlos con largas listas de nombres, pero recuerden para cuando les toque conocer Valencia: no se pierdan la catedral y su campanario, el Micalet. No se pierdan la Plaza de la Virgen, que funciona como la antesala de la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, que los valencianos veneran tanto como para cubrir su imagen gigantesca de toneladas de flores cada año; no se pierdan el Mercado y la Lonja de la Seda; la Estación de trenes (perfecta); la escultura del Turia, ahí tirado el tipo como un bacanazo después de la juerga, un poco displicente, como descansando de tanto placer, y rodeado de ninfas, que me imagino que deben ser los afluentes que le dan sus aguas. Y la Plaza Redonda, donde se venden artesanías de cerámica, puntillas, abanicos. Y la playa de la Malvarrosa y sus bares y restaurantes, y su Mediterráneo azul profundo, que mira hacia mi isla; y el puerto, un mundo de actividad y de trabajo y de placer también. Una bella ciudad.
LLegamos el jueves a la tarde (yo, por supuesto, en estado de somnolencia profunda: ya saben mis recursos soporíferos para subirme a los aviones, así sea por los 45 minutos escasos que duró el vuelo) y nos quedamos hasta el lunes a la mañana. Perico hizo sus pruebas de hockey (le fue muy bien, lo seleccionaron; supuestamente debe volver en mayo, y después otra vez en julio). Nos tocaron unos días bien primaverales, cálidos al sol y durante el día, ideales para caminar y recorrer. Nuestro hotel estaba en un lugar no muy lindo (rodeado de negocios chinos y casas de putas) pero a un paso de la parte más linda del centro de la ciudad.
Quizás la anécdota más curiosa de la estancia en Valencia, de esas que uno recuerda después de mucho tiempo y que quedan ya para siempre en los anecdotarios viajeros, fue un taxista que nos llevó la tarde del domingo desde la Plaza de la Virgen, que debe ser algo así como el obelisco de Buenos Aires, el núcleo duro del centro de la ciudad, hasta nuestro hotel. Era un argentino, de Lanús, que según él había empezado su trabajo de taxista ese mismo día. El tipo no tenía ni idea no de dónde quedaba nuestro hotel, sino de dónde quedaba la mismísima Valencia; atravesaba avenidas céntricas que hasta nosotros conocíamos después de dos días de estar allí sin darse cuenta ni remotísimamente de dónde estaba. Y no sólo conservaba la calma que nosotros íbamos perdiendo, sino que se mantenía lo más pancho, como si aquello fuera lo más normal del mundo. Según él su taxi y él mismo venían equipados con toda clase de adelantos tecnológicos e informáticos, esos aparatitos a los que uno les pone la dirección a donde quiere llegar y le van diciendo "doble para acá, siga para allí", pero sucedía que no los sabía usar. Y tampoco sabía siquiera ponerle con un mínimo de recato ortográfico los lugares a donde quería ir, así que no era tanto que él no entendía al aparato, sino que me parece que el aparato no lo entendía a él. Pero tampoco eso lo alteraba: cuando los semáforos se ponían en rojo el tipo aprovechaba para entenderse con la pantallita. Pero el semáforo cambiaba a verde y él seguía tocando botones sin ton ni son, con lo que los coches que tenía detrás le tocaban furiosamente la bocina. El argentino de Lanús, canchero él, los miraba por el espejo y les espetaba"no me rompás las pelotas, fiera". Octavio y Pili, Rubén yo no podíamos creer lo que veíamos. Cuando hacía ya un rato que nos paseaba por la ciudad se dio cuenta de que no había puesto a funcionar el reloj, así que ni siquiera cobrarnos por el paseo. Un desastre; una verdadera calamidad argentina. Y el único con el que nos cruzamos en todo el viaje.
Ahora mismo intentaré ponerles más fotos de la bella Valencia, pero no me tengan mucha fe.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡Ya era hora! Nos tenías en ascuas. Ya creía que te habías olvidado. Estaré atento por si se te olvida alguna cosa. Por ahora, todo es exacto. Doy fe de que la surrealista aventura del taxista es real como la vida misma.
Octavio.

9/4/06 06:47  
Anonymous Anónimo said...

Hola miunicaermana:
se acaba de ir Gusti y la tristeza que tengo no me cabe en el cuerpo, asi me parecio logico tratar de hablar con alguien muy mio; y en ese trance, solo estas vos.
Finita partio hoy junto a su ragazzo a dar una vuelta (la ultima, segun ella) de la Argentina que no conoce -lease toda, porque no conoce mas que 3 ciudades pulgosas-, te daras cuenta que mi animo no es para nada el del mejor dia, pero, en fin, todo pasa y ya vendran dias mejores.
Ahora me quedan solo los varones, vere como me arreglo en una casa con tantas pelotas, de hokey, claro esta.
Me alegra mucho que te haya gustado Valencia, para mi fue toda una revelacion y la entrada a España de mi adultes. Realmente me parecio preciosisima, tal como la palabra lo indica una cosa muy preciada para mi.
Ali, no tengo muchas mas ganas que de dormir hasta pasado mañana, por lo tanto te mando un besotote enorme y no te olvides de mi. Tequiero mucho, pero mucho, tunicaermana.

9/4/06 23:13  
Blogger noa said...

!Que bueno!

21/5/12 16:09  

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