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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

06 agosto 2007

De las lenguas

He escuchado muchas veces comentarios, de argentinos y de españoles, acerca de que aquí nuestro acento suena bien. A mí me sorprende, y por varias razones. La primera es que yo no reconozco un solo acento entre los argentinos que hay aquí. Hablan muy distinto, para mí, un cordobés y un porteño; o un chico de 20 años más o menos ilustrado y mi Bibi. Me dirán ustedes que yo estoy en capacidad de captar y decodificar lo que se llaman registros lingüísticos de los hablantes de mi región, y es verdad.
Pero además, sinceramente, no sé si ese asunto de que nuestro acento les suene bien a los españoles no será otro de esos mitos que los argentinos solemos fabricarnos: nosotros nunca somos como los demás; a nosotros "nos quieren" más que a los bolivianos o a los ecuatorianos (???????) y somos muy distintos de los paraguayos o los peruanos (????????). Y cuando escucho a muchos chicos argentinos charlando por la calle no sé cómo a nadie puede gustarle ese "quéhacéchabón" que a mí me suena como si me encajaran un petardazo en la oreja. Cierto o no que a los españoles les guste nuestro tono, la verdad es que a mí la lengua de los españoles me encanta.
No sé si será porque la tengo como inscripta en la memoria familiar, y esos tonos españoles me recuerdan de alguna forma a los sonidos de mi infancia, a mis abuelos, a muchas de las monjas de mi colegio. O porque me gustó siempre tanto la narrativa española, en la que encontré desde la infancia un ritmo que me iba bien, una manera de narrar que respiraba a mi compás. Pero la lengua española me gusta; tiene algo de áspero, de papel de lija, y me suena muy masculina. Será por eso que me gusta más escucharla en hombres que en mujeres. Esos sonidos de eses y de jotas que raspan como una barba crecida tienen una fortaleza y una rugosidad que me encanta. Rarezas.
Y cada vez le voy encontrando más encanto al catalán, al menos al que se escucha aquí. Trato de escuchar la radio de Baleares, los canales de la tele en catalán, de prestar atención cuando pesco conversaciones ajenas en las mesas de café, por ver si entiendo (que sí, ya entiendo bien). Y me gusta. Es una lengua muy musical, y muy sensual, llena de matices, de sonidos más amplios que los del castellano, que suena tan estricto. A veces creo que se parece al francés, y otra veces me trae reminiscencias del gallego. En fin: no me servirá para mucho más, pero lo cierto es que es una lengua que disfruto. Y a pesar de que tantas veces me han oído quejarme amargamente de la suerte desgraciada que me inclinó a esos estudios tan aparentemente inútiles, lo mismo me ha pasado con todas las lenguas siempre. Incluso con la nuestra, la sonora y rioplatense y variopinta lengua de los argentinos. Y que cada cual disfruta con lo que se le antoja, qué tanto.

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