Otoño en la plaza de Manolito
Paseo a Manolito por la plaza en la que he visto durante más de doce años el discurrir de las estaciones, que es como decir el discurrir de la vida. Cuando era cachorro jugaba allí con un perrito idéntico a él pero ya adulto, que se llamaba Pic. Lo encontrábamos siempre a la mañana temprano, cuando volvíamos, Manolito y yo, de dejar a los chicos en la escuela. Ha pasado mucho tiempo. Hoy pensé en Pic, que era precioso y corría suelto por la plaza. Quizás haya muerto. Los chicos son ya adultos, que organizan sus vidas sin mí, que trabajan, estudian, que ya han pasado por la experiencia de vivir lejos de casa. Sólo nos queda Ramiro, y no sé por cuánto tiempo.
En Palma este fin de semana ha empezado de verdad el otoño. La plaza de Manolito nunca miente. En primavera es un escándalo de flores; y un domingo de otoño es exactamente como estaba hoy. Y aunque parezca una estación serena, inmóvil, el otoño tiene mucho de preparación para el gran cambio que viene; no descansamos nunca. Y casi mejor, no? Ya tendremos tiempo de descansar y librarnos
de toda inquietud. Mientras tanto, aunque haya llegado el otoño, hay que vivir. Aunque a veces nos agobie, hay que vivir.
En Palma este fin de semana ha empezado de verdad el otoño. La plaza de Manolito nunca miente. En primavera es un escándalo de flores; y un domingo de otoño es exactamente como estaba hoy. Y aunque parezca una estación serena, inmóvil, el otoño tiene mucho de preparación para el gran cambio que viene; no descansamos nunca. Y casi mejor, no? Ya tendremos tiempo de descansar y librarnos
de toda inquietud. Mientras tanto, aunque haya llegado el otoño, hay que vivir. Aunque a veces nos agobie, hay que vivir.
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