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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

25 noviembre 2005

Qué buena gente, qué gente buena

"Este campesino mallorquín tiene dulzura, bondad, costumbres apacibles y una naturaleza calma y tranquila.. No ama el mal y no conoce el bien. Se confiesa, reza y sueña sin cesar en merecer el paraíso, pero ignora los verdaderos deberes de la humanidad. No es menos odioso que un buey o un carnero, pues apenas es más hombre que los seres adormilados en la conciencia del bruto. Recita oraciones y es supersticioso como un salvaje, pero se comería a su semejante sin grandes remordimientos, si fuese costumbre en su país y si no abundara el cerdo. Engaña, desuella, miente, insulta y saquea sin la menor objeción de conciencia. Un extranjero no es un hombre para él. Jamás hurtará una aceituna a su compatriota, pero más allá de los mares la Humanidad no existe en los designios de Dios sino para dar pequeñas ganancias a los mallorquines..."
¿Que lo digo yo? Válgame Dios! Yo jamás diría cosa semejante; de nadie, y mucho menos de esta gente que me ha acogido con tanta calidez y humanidad!. No no. No lo digo yo. Lo dijo George Sand, a quien le bastó medio invierno en esta isla paradisíaca (porque es paradisíaca, y quizás allí esté parte del problema, pero de eso les diré otro día) para huir despavorida con su Chopin maltrecho a cuestas. Y lo dijo hace más de 100 años, pronto van a hacer 200. Estuvo aquí en el otoño-invierno de 1838-39, y se ve que era una francesa remilgada y floja, pretenciosa, hereje y medio puta, que finalmente tuvo la desvergüenza de venir aquí con su músico amante. Habráse visto descaro! Y todavía encima criticar! Es que estos franceses también, ya se sabe como son.
En fin. Lo curioso, y sorprendente, es que no hay tienda en el bellísimo pueblo de Valldemosa (donde fue tan bien recibida George Sand y su célebre amante, al que los mallorquines se enorgullecen de haber tenido como ilustre residente) en el que no se venda su librito de recuerdos de ese encantador invierno mallorquín, en todos los idiomas. Para explicarlo existen varias posibilidades: o los valldemosanos (¿se dirá así? ah los gentilicios, qué problema!) no han leído jamás el libro que ofrecen, y como lo escribió una francesa famosa suponen que es un canto a las bondades de su pueblo, o son tan liberales y tan generosos que no sólo han perdonado el agravio de la francesa sino que lo venden mucho para tener siempre presentes las amargas palabras de una extranjera y no volver a maltratar a nadie nunca más, una especie de autoescarmiento y autoflagelación, bah. Pero puede ser también que ellos lo hayan leído pero den por supuesto que los compradores van a hacer con el librito lo que suelen hacer los compradores de libros: guardarlo en un estante, y si es comprado en un viaje a Mallorca en un lugar visible además, para darse dique de leidos (así, sin acento, por favor) y además viajados, y no abrirlo jamás, vaderetro, a ver qué pestes mentales, qué carcomas de malos pensamientos se desparraman leyendo libros. Todo es posible.
Y para terminar, y más allá de toda ironía, no sería yo justa ni agradecida si no dijera desde ahora que me he encontrado con gente buena y cálida, y mallorquinísima. ¿Que son duros de lengua? Es verdad. ¿Que no son cascabeles ni dechados de alegría? Es verdad. ¿Que suelen resultar enigmáticos y más bien introvertidos? También es verdad. Pero he encontrado también quien me pasara la mano por el lomo cansado, y quien me prestara el hombro para "llorar abrazao". Que seguramente habrá aquí de todo, como en todas partes. Y que George Sand no era ninguna santa, ni tan buena escritora. Y yo muchísimo menos. Amén.

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