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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

19 diciembre 2006

20 de diciembre

Circulé todo el día casi contenta. Hoy justamente charlando con Pedro le dije que ya no estaba segura de querer volver a vivir en Buenos Aires. Me acostumbré, le dije, a este clima de tranquilidad, de poder caminar por la calle sin ir mirando hacia atrás por encima del hombro; a quedarme tan campante cuando los chicos se van a la escuela en el colectivo de línea, a la mañana temprano, cuando es todavía de noche; a caminar por calles limpias a la par de personas que pasean lo más tranquilas; a no ver chicos descalzos en las mañanas heladas de Quilmes, rodeados de basura y de perros sarnosos; a circular en el auto sin la paranoia de trabar las puertas y subir las ventanillas y no parar ni en los semáforos en cuanto se hace de noche. Joaquín vendrá ya pronto, Rubén está contento después de ya no me acuerdo cuántos años, los chicos tienen ya un ritmo entre la escuela y el fútbol y sus proyectos. Y yo empiezo a pensar que más tarde o más temprano encontraré mi lugar.
He sufrido mucho; me he pasado días y noches llorando hasta verme en el espejo la cara deformada; he extrañado todo, TODO, desde el olor de mi casa hasta la piel y las manos de mi mamá. Pero se ve que los seres humanos estamos fabricados para resistir más de lo que nosotros mismos creemos, y también para protegernos del dolor con una o varias capas de olvido.
Y ahora, cuando ya todos duermen y yo me siento en la compu y escucho a Virginia Hanglin en Radio del Plata por internet, me doy cuenta de que hoy es 20 de diciembre.
Hace cinco años (ahora me parece que hiciera cinco siglos) por el designio de algunos hijos de puta que aunque no sepamos nunca quiénes son tienen nombre y apellido y seguramente siguen viviendo en sus casas de siempre y cada noche saludan a su familia con un tierno beso, mi país, lo que entonces quedaba de mi país, estalló por el aire mientras yo y miles como yo mirábamos aterrados por televisión lo que pasaba a pocas cuadras de nuestras casas sin poder creerlo, como si todo aquello fuera un sueño.
Tengo la sensación, tengo el convencimiento, de que ese día fue el principio del fin de muchas cosas, entre otras de nuestra vida en la Argentina, aunque entonces ni se nos ocurriera pensar semejante enormidad. Me recuerdo a mí misma ese verano en una Mar del Plata desierta, DESIERTA, tumbada en la playa y leyendo esa maravilla de Sefarad, de mi buen Muñoz Molina, llorando a mares, escuchando como si fueran un delirio las recomendaciones de un amigo que se me acercó a decirme que era aconsejable tener los documentos de la familia en orden y a mano y el auto con el tanque lleno de combustible, por si estallaba "algo" (que no nombró pero era una guerra, una guerra civil en Argentina, no en Sambia ni en Etiopia ni en Haiti sino en mi país, en mi país) y había que salir huyendo aunque fuera al vecino Uruguay, que ahora que pienso se ve que sigue siempre conservando su imagen de refugio seguro para los argentinos.
Desde entonces para acá me parece que todo es subir la cuesta; salir del pozo insondable en el que nos caímos o nos cayeron. No sé si quienes pergeñaron semejante desatino tendrán conciencia real del dolor, de la caravana interminable de dolor, que provocaron. Muchos de ellos, muchos de los que todos sabemos, aquellos a los que les gritábamos furiosos "que se vayan todos" siguen allí, imperturbables, sin que se les mueva ni un pelo del bigote, alardeando de su supina ordinariez con una soberbia que da miedo. Aquí no hay rincón, por perdido que esté, donde no te encuentres con un compatriota que ha dejado del otro lado del mundo familia, amigos, media vida, como en una peregrinación de escapada del desierto; como una diáspora.
No sé si tendrán perdón de Dios. Yo no los perdoné. No los perdonaré nunca. Ni olvido ni perdón.

2 Comments:

Blogger noa said...

!que triste Alicia! y como podemos ver, después de seis años, aquí se repite más o menos la misma historia. No pagarán los responsables, no lo harán, y nosotros o yo, también puedo hacer mío "ni olvido ni perdón" aunque desearía que se hiciera justicia y como mínimo pagaran (en todos los sentidos) los que nos han traído hasta aquí y nos siguen chuleando.

26/5/12 06:07  
Blogger albertiyele said...

Ah noa! Hace tanto tiempo que escribi esto que ya lo había olvidado. Y qué pena, qué pena que la experiencia y el dolor en un lugar no sirvan, no hayan servido, ni siquiera para escarmentar en cuero ajeno. Muchas veces cuando leo los diarios me parece que estoy volviendo a vivir. Espero que aquí no termine como allá. Que se den cuenta a tiempo de que no se puede tirar de la cuerda más de tanto.

26/5/12 17:33  

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