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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

31 diciembre 2006

El canto de la Sibila

Sabíamos, o creíamos, que íbamos a tener una Nochebuena áspera, nostalgiosa. El año pasado, que fue el primero en el que nos tocó pasar aquí estas fiestas tan evocadoras siempre, fuimos multitud. Habían venido Carli, Betty, sus chicos; Joaco con Juliette; Cris, Bocha, Josefina. Hasta hubo tiempo y ánimo para invitar a Filo, aquella extremeña solitaria que vendía diarios en la esquina del Paseo Mallorca y que compartió con nosotros esas noches de fiestas, de verdaderas fiestas (y después no mucho más, y yo a esta altura sigo aprendiendo, parece que me costará la vida entera terminar de aprender, pero dejémoslo). Tanto jolgorio, tanto ruido, tanta risa y tanta charla nos hicieron pasar esas primeras navidades españolas casi sin darnos cuenta de que estábamos tan lejos. Este año las cosas serían muy diferentes.
Creo que lo primero que noté, aunque parezca extraño, es que es invierno. Hace frío en diciembre en Europa. Sí, ya sé, acabo de escribir una obviedad. Pero en estas fechas esa obviedad hace la diferencia, y no es sólo una cuestión de temperatura. Las fiestas navideñas argentinas son además vísperas de viajes; los chicos han terminado la escuela; el aire huele a tilos y a jardines florecidos, los padres han planeado las vacaciones, en muchas casas están ya las valijas preparadas para partir ni bien termine el brindis, y en el caso nuestro eran siempre los primeros días del verano marplatense. Solíamos pasar el día de Nochebuena en la playa, que a esa altura todavía estaba tranquilita, y cenar con el cuerpo ardido de sol y de mar. Las cosas han cambiado, en fin.
Sin embargo esta Navidad, absolutamente diferente, tuvo su encanto. Cenamos solos sí, pero cumplimos con todos los ritos de la fiesta: el mantel más paquete, las velitas, el árbol encendido. Y acabada la cena partimos hacia La Seu, la catedral palmesana, que a todos nos encanta. Fuimos a la Misa de Gallo, que empezó puntualmente a las 11. No es que nos haya agarrado un ataque de religiosidad virulenta, sino que queríamos presenciar el misterioso canto de la Sibila, del que
habíamos oído tanto.

En medio de la ceremonia de la Misa de Nochebuena se representa en todas las iglesias mallorquinas un acto que tiene algo de profano y algo de cristiano, que tiene una tradición centenaria y que por alguna razón, probablemente el aislamiento de la insularidad, sólo se conservó aquí aunque está documentado en el Sur de Francia y en muchas ciudades de Éspaña (Toledo, Burgos, León) desde el siglo XII. Primero en latín, pero muy poco después y ya en el mismo siglo XII en
lenguas romances (que no sólo en catalán como quieren los mallorquines, sino también en castellano y en francés), aparece como parte del rito de la celebración del Nacimiento un canto entonado en la Edad Media por la voz blanca de un varón de alrededor de 12 años y un breve acompañamiento, que no un coro, vestidos todos de un modo extraño, con un cierto aire oriental, y que recordaba a los fieles que ese Dios que nacía y al que estaban celebrando en la inocencia de un niño desamparado en un pesebre, sería un día el mismo Dios que vendría a juzgarlos en el fin de los tiempos. Canto misterioso y apocalíptico, figura con la misma letra en cancioneros medievales, y se pierde prácticamente en toda Europa salvo aquí alrededor del XV.

Hay muchos intentos de explicar a qué se debe semejante presagio de muerte y de castigo, semejante amenaza, en medio de la fiesta. Dicen los entendidos que era una forma como tantas otras de meter miedo a los fieles y amenazar y convencer a los infieles, básicamente judíos y moros. Y que por eso mismo se perdió en el siglo XV: los fieles estaban ya lo suficientemente adoctrinados y aterrorizados, y los infieles convenientemente expulsados o quemados o acallados. Y dicen también que en el principio no era un canto aislado, sino que formaba parte de una representación protagonizada por varios profetas del Antiguo Testamento y algunos personajes de la Antigüedad clásica, entre ellos nuestra Sibila, que fue primero la profetiza del Oráculo de Delfos (ahora que lo escribo: debe haber sido la que le anunció al pobre Edipo el principio del fin, flor de malvada), y después por extensión toda mujer joven que adivinara el porvenir, siempre tortuoso, por supuesto.
Por qué se perdió el resto, por qué se conservó sólo este canto tenebroso y femenino de un personaje pagano, es un misterio. La cuestión es que los mallorquines eligen una Sibila, ahora ya mujer y no tan niña, para cada iglesia año tras año, que se prepara la pobre para entrar en medio del silencio de la Misa de Gallo vestida con una túnica de seda roja, un turbante negro adornado de piedras preciosas, una gigantesca espada en mano, y que avanza desde la calle hasta el púlpito observada por mil ojos asombrados y rodeada de un silencio de sepulcro para entonar, blandiendo en alto la espada, las amenazadoras y exactas palabras de la antigua tradición. Una voz aguda y desgarrada que consigue erizarnos los pelos de la nuca corta el aire y pareciera que durante esos breves quince minutos que dura la representación no se anima nadie ni a respirar. En catalán nos recuerda que seremos juzgados, así que a ver si menos cachondeo y menos cava.
Fuera de toda broma: una ceremonia bellísima y como escapada del tiempo. Y salimos al aire frío de la noche de Palma envueltos en las campanadas de la catedral, y nos vamos los cuatro a tomar tazas y tazas de contundente chocolate caliente y espeso, de ese que te reconforta el cuerpo y el alma. Y mojamos las mallorquinas ensaimadas, que no son las del tango, y por un minuto nos metemos cada cual en su silencio, las bocas llenas y el corazón un poco encogido, y en silencio brindamos por nuestros amores lejanos, nuestros amigos lejanos, nuestras navidades con verano y mar y playa y olor a jazmines en el aire.


1 Comments:

Blogger Sap said...

.
De todas formas, haber conocido esos contrastes debe ser algo afortunado, el canto de la Sibila y el recuerdo de Punta del Este, por ejemplo.
:-)

25/12/11 00:41  

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