La misma
Me sacan una foto de perfil en el atardecer de Palma, y a mí me recuerda a otra, que busco y, como un milagro, encuentro.
Es otro atardecer de hace casi cuarenta años en Fiesole, un pueblito que mira desde arriba a Florencia y al que nunca volví. Recuerdo esa tarde de enero del 79 con todos los sentidos: el olor agudo de los pinos, las campanas de la iglesia mezclándose con las risas de unos chiquitos que salían de la escuela, el frío que me secaba los labios y las manos. Y una cierta plenitud, esa sensación poco frecuente de lucidez, de intuición de todo, de tiempo detenido. Y click, la foto.
Ahora es otro el paisaje, el lugar, el tiempo; otra, muy distinta, mi vida, que entonces era nueva, tan de todo por estrenar. Pero miro una foto y otra y resulta que yo soy la misma. Un ovillo de miedo y protección en que me encierro; las palabras, que lo llenan todo y que siempre me faltan; la curiosidad y la pasión por lo que pasa alrededor, por el tiempo en el que vivo; la literatura, que me acompañaba y me refugiaba y lo sigue haciendo. La sensación de que mi vida tenía que ser otra, que en algún lugar yo me olvidé mi vida y tengo que ir a buscarla.
2 Comments:
Esa luz de las fotos del ayer provocan en mí una sensación arrolladora. De niña debí impresionarme de dicha y felicidad en los días luminosos que éstos vuelven a mí como una de las vivencias más auténticas de mi existencia.
Sí, por qué tomarán ese color las fotos viejas? Al final terminamos recordando el ayer como si de verdad hubiera sido sepia. :-)
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