Mi foto
Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

17 diciembre 2017

Málaga a la una



Veinte veces empiezo a escribir una especie de guía turística de Málaga, y veinte veces me queda una cosa informe, aburrida, opaca. Así que no. Si quieren datos turísticos, búsquenlos en otro lado. Hay muchísimo para conocer.

Yo elegí ver el Museo ruso, que está en los edificios de la vieja tabacalera malagueña, que son preciosos por sí mismos. Un espacio enorme, acorde a lo que me imagino de Rusia, una colección de pintura rusa clásica, demasiado amplia, que no tuvo mucho más interés que el refrescarme la historia de la dinastía Romanov, de trágico final (y, de paso, previsible. Me acordé mucho de la impresión que me había dejado el Habla, memoria de Nabokov: una revolución violentísima, que terminara con un despliegue de odio y muertos aterrador, era casi inevitable. Y nadie desde el poder quiso darse cuenta de que no se podía seguir tirando de la cuerda, que la cuerda definitivamente se había roto. En fin: hace cien años justos de la revolución rusa, y no parece que nos haya servido a todos de escarmiento. Por acá y por allá y por todos lados siguen tirando de cuerdas que pueden estar a punto de romperse. Y a nadie parece importarle. Seguimos bailando en la cubierta del Titanic) Y lo que me gustó: en conmemoración del centenario de la revolución de octubre (que en realidad fue en noviembre), carteles de propaganda del primer período revolucionario, donde se prefigura ya el estilo brutalmente elemental de lo que sería la propaganda política de los autoritarismos en la primera mitad del siglo XX (y en la Argentina todavía un poco, bastante, más: a todo llegamos tarde. Hasta a lo que hubiera sido mejor que no llegáramos nunca). Y un padre y un hijo expresionistas que me gustaron mucho: Alexei y Andreas Jawlensky. El expresionismo, que tampoco es verosímil, me encanta. El cubismo, que viene ahora, no.

Y elegí también el Thyssen, que promocionaba con carteles  por toda la ciudad una muestra temporal de cubistas, con Juan Gris y María Blanchard como estrellas. Vale la pena: mirando esos cuadros, que no son de lo que más me gusta, pensé en el coraje que hace falta para romperlo todo. Mientras la mayor parte de sus contemporáneos copiaban paisajes (algunos preciosos, pero finalmente era lo mismo que se venía haciendo de modo más o menos parecido desde el Renacimiento) o hacían retratos casi como fotografías, estos tipos se atrevieron a quebrar la figura en pedacitos, a mostrarla de frente y de perfil y de atrás y de abajo y de arriba y todo junto, como si quisieran pintar el movimiento, o el tiempo, que al final es lo mismo;  a usar el color de una manera mucho más audaz, a no "representar" la realidad de manera verosímil sino nueva, rota, atrevida, casi delirante. Eso, ese acto un poco salvaje de atreverse, es lo que me seduce de los primeros cubistas. Será porque yo no me he atrevido en la vida a casi nada, qué sé yo. Por atreverse seguramente se paga un precio altísimo. Por no atreverse, ay, también.

Hay mucho más para ver en la ciudad: está la sede del Pompidou, está la Fundación Picasso; y está la Catedral, y hay iglesias por todas partes, que serán divinas.  Yo no vi nada de eso. Llevé la cabeza tan mal pegada al cuerpo a Málaga, que ya bastante hice. Casi podría decir que paseé por Málaga llevando mi propia cabeza abajo del brazo.

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home