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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

14 diciembre 2005

De los olivos, las fiestas y otras cosas

Ayer a la mañana leí en el diario que a las 7 de la tarde habría fiesta en la Plaza de Cort. ¿Que qué es la Plaza de Cort? Bueno, algo así como nuestra Plaza de Mayo. Está en el pleno corazón del centro histórico y por allí, sobre todo en los días de semana, desfila una multitud variopinta de gente que trabaja (es la zona de las dependencias administrativas de Palma), turistas que sacan fotos, que bajan o suben hacia la Plaza Mayor (ya les hablaré de la Plaza Mayor, que aquí también la hay, faltaba más, y es preciosa), señoras que van de compras, mangantes que se acercan a cualquiera que parezca más o menos próspero (si, eso también hay), parejas que pasean del brazo y a las que a mí, imaginación un poco afiebrada, me gusta inventarles historias de amores apasionados y furtivos; quizás sean amantes que se encuentran aquí en Palma y viven muy lejos, quizás sea la última vez que se encuentren y se están despidiendo para siempre; quizás se encuentran por primera vez, y están en esa etapa del amor en la que hay como un burbujeo que marea y fascina y que dura, ay, tan poco. En fin, pavadas. Quizás, después de todo, sean un matrimonio medio aburguesado y aburrido, y van del brazo sólo por la fueza de la maldita costumbre.
Pero yo hablaba de la Plaza de Cort y su mundo de gente, su pequeño bullicio cotidiano. Quizás, estoy pensando ahora, yo aprecie cosas que los palmesanos ya no aprecian; quizás mi mirada, nueva, virgen, me destaque cosas que dentro de un tiempo ya no veré más. Aprovechemos.
En el medio de esa plaza, que como todas las plazas de aquí es en realidad una plaza seca, hay un olivo centenario tan perfecto y tan prolijamente cuidado que parece de mentira. El olivo no es un árbol majestuoso; el olivo no es un árbol brillante ni de un color llamativo ni vistoso. El olivo es opaco, arrugado, con un retorcimiento casi deforme que le van dando los años; con unas hojitas chiquitas, casi despreciables si uno las viera en el suelo, un poco grises, de un verde mustio; con unas ramitas medio escuálidas, que parecen frágiles. El olivo no tiene una gran altura, ni una copa importante, ni nada. El olivo es un árbol al que hacen bello, y qué bello, los años. Tiene como una dignidad en la vejez, como un estilo de enigma, como si nos llamara la atención, a nosotros, tan humanos, por lo que tiene de pura naturaleza y de pura historia allí, expuesta, mostrada, visible. Uno no puede menos que preguntarse cuántas cosas habrán pasado al lado de ese olivo, por cuántas tormentas, cuántos soles furibundos, aguaceros, vendavales, habrá pasado este árbol que lo resiste todo y sigue, oh maravilla, dando olivas. En fin: el olivo de la Plaza de Cort es algo así como el corazón palpitante de Palma: allí se organizan las fiestas, y también las protestas; y allí se va a tragar uvas, hasta completar las 12, en la medianoche de la Noche Vieja, mientras suenan las campanadas del reloj del Palacio de Cort. Y allí ayer tocaba la banda municipal, como parte de las celebraciones navideñas.
La actuación de la banda, la verdad, no fue muy lucida. No sé si habrá sido el frío (el aire helado casi raspaba en la garganta) que les destempló los instrumentos o las manos a los músicos, pero en realidad no me importó, porque yo estaba entretenida viendo al público. Gente grande, muy grande, que desafiaba el frío (y estoy ya aprendiendo que aquí la gente mayor no es fácil de amedrentar; en el verano tórrido los ves circular en pleno mediodía, derechitos y ágiles, mientras el sol derrite las paredes; y ahora que hace un frío que te congela el alma, allá los ves, paquetones, ellos con boinas o sombreros, sobretodos, guantes; ellas con tapados y bufandas, abrigadas con gorros de lana, con sus carteras al hombro, en la calle, paseando. Tienen algo de la fuerza del olivo en la vejez los españoles, que me gusta, que casi diría que envidio), familias con chicos chiquitos, y algo llamativo: mucho rubio, mucho nórdico. Hasta había unos puestitos de venta de cosas típicas de la Navidad atendidos por suecos; centros de mesa, adornos de muérdago para las puertas, mantelitos, galletitas con moños rojos, gorros de Papá Noel, delantales de cocina colorados, navideños.
Y por qué tanto nórdico, me preguntaba yo. Bueno, porque la fiesta verdadera empezaba en realidad después de la banda municipal. Resultó que ayer era Santa Lucía ("la santa protectora de las modistillas, que por eso vengo, porque es mi santa patrona", me dijo una señora a la que le pregunté qué era esa música que sonaba a los lejos) y parece que es el día que en la tradición sueca se celebra "la fiesta de la luz". Así que por allá, por el carrer de Colom desde la Plaza Mayor, venía bajando un coro de niños rubísimos, blanquísimos, suequísimos, detrás de una niña igual de rubia y blanca y sueca, vestidos todos de blanco y portando velitas, que se ubicaron en las escaleras del Palacio de Cort y nos regalaron unos villancicos de navidad y unas cancioncitas verdaderamente deliciosas. La comunidad sueca de Palma sigue aquí con la tradición, y van a ver ese festejo que resulta un poco exótico pequeñas multitudes. Y como todo se enreda y se mezcla, aquí pasó a ser la celebración de Santa Lucía, que estamos en España, tierra de santos.
Y para dar una nota de color a tanto festejo hubo también ayer allí mismo no una sino dos manifestaciones de protesta: una de taxistas que reclaman más seguridad (han matado de una manera salvaje a un taxista en Bilbao hace pocos días), y otra de la UGT que reclama que no se explote a los inmigrantes ilegales. Pero de eso, de la parte de las protestas, les contaré después. Por lo pronto: nada menos parecido a lo que nosotros, argentinos, traemos grabado en la memoria colectiva como una manifestación de protesta. Ni en los "protestantes" ni en los que los miraban protestar.
Y yo miro y aprendo. Tengo mucho que aprender.

1 Comments:

Blogger albertiyele said...

Aunque no fuera más que por este comentario, que para no perder costumbre me llenó los ojos de lágrimas y la panza de cosquillas, escribir esto habrá valido absolutamente la pena. Ah y casi me olvido: mirá (si lo querés escribir a la argentina, cosa que doy por hecha porque no te imagino diciendo "mira")lleva acento, por eso de las agudas y las vocales, vio?. Y así, también. Por lo demás: sos perfecto, nene, te lo dice tu santa madre.

16/12/05 13:19  

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