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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

08 mayo 2006

Por fin Bilbao


Ahí tienen la Ría del Nervión, que atraviesa Bilbao, mitad río y mitad mar. Y miren bien la foto porque hubo dos cosas dos (8 grandes bailes 8) que me llamaron mucho la atención de la ciudad; dos cosas que le deben llamar la atención a cualquier viajero porque son muy notorias y le dan a la ciudad una originalidad sorprendente. La primera: Bilbao está como metida en un pozo; para llegar desde Galdakao, por ejemplo, el autobús no hace más que bajar y bajar como si quisiera llegar al subsuelo del mundo. Pero lo segundo: Bilbao está rodeada, literalmente rodeada, de campo verde, que se ve casi desde cualquier lugar de la ciudad, porque se trata de un campo que no tiene absolutamente nada que ver con nuestra idea pampeana de campo. Suaves colinas verde esmeralda, con sus casitas de piedra prendidas en las laderas, con sus ovejas de lanas lacias pastando mansamente ahí, casi encima de la industrial Bilbao. Me habían hablado mucho de la grisura de la ciudad; de un cierto clima opresivo de una ciudad que fue la cuna de la industria en España. Nada de eso vi. Es una ciudad preciosa, cuidada, activa y rodeada de verde.
Pero empecemos por los principios: nada más levantarnos y desayunar Octavio ya me tenía preparado y dispuesto el itinerario, y estaba tan decidido a mostrarme todo el País Vasco en dos días que ahí mismo me sacó como chicharra de un ala, mientras yo, flor de viva, dejaba a Pili preparando el almuerzo. Yo no sé de dónde sacan estos castellanos la vitalidad que desparraman y que contagian. Yo después de dos días de viaje estaba molida; ellos, frescos como lechugas.
Y volvamos a Bilbao: bajamos del autobús, si no recuerdo mal, casi enfrente del Ayuntamiento. Recuerdo el Teatro Arriaga (que Octavio insiste en que le llega a los talones al hibercélebre y criollísimo Colón, y yo lo miro y sonrío, y lo dejo que sueñe. La noche que pasamos en el parador de Cuenca, justamente, llegué a ver en la tele antes de dormirme un documental sobre la vida de Monserrat Cavallé, que preguntada sobre cuál era el teatro con mejor acústica del mundo, respondió con convicción de diva que sin ninguna duda era el Colón de Buenos Aires; nada de Scala de Milan ni Opera de Paris ni mucho menos Arriaga de Bilbao; nones: el Colón de Buenos Aires (ejem!)) que es precioso; la estación de trenes (Estación de la Concordia, creo) que también es lindísima; recuerdo el tranvía, que es peligroso, sí, pero muy pintoresco y muy ecológico. Y otra vez dos cosas de las que más me gustaron de Bilbao: el casco antiguo, al que ellos llaman "las siete calles" y por supuesto el deslumbrante Guggenheim, que tanto tiene que ver con la revitalización de la ciudad entera.
Y vamos por partes: caminando por esas bellas siete calles, que son peatonales y que son siempre la parte que más me gusta de todas las ciudades: esos núcleos que conservan lo más auténtico y lo más íntimo, como si las paredes se ocuparan de preservar el pasado, lo detiene a don Octavio un viajante leonés que anda desorientado y quiere saber dónde podrá comer unos buenos pinchos de bacalao. Yo no sé por qué entre el gentío de paseantes el tal viajante ha elegido justamente a mi compañero de ruta; pero sospecho que el aspecto saludable y obviamente muy bien y sabiamente alimentado de Octavio debe haber tenido algo que ver. Y no andaba el leonés equivocado: no sólo le indicó, sino que allá nos fuimos con el hambriento hasta la Plaza Nueva, a mostrarle dónde podría mitigar placenteramente su deseo. ¿Era la Plaza Nueva? creo que sí; eso pasa por querer recorrer tanto en tan poco tiempo. En todo caso era una de esas típicas plazas españolas pobladas de restaurantes, bares de pinchos y tapas, perfumes que salen de todas las puertas, el paraíso del buen comer y el buen beber. Y el hombre hasta lo invitó a acompañarlo en la mesa y beber con él una copa de buen vino. Pero Pili nos esperaba con el almuerzo, y teníamos todavía que visitar a Monika (así, con k) la hija y colega de Octavio, que atiende en un centro de salud del pleno centro bilbaíno.
Monika, como su padre, como su madre, como Diocleciano, respira simpatía y calidez. Agotada de trabajo nos acompañó a tomar un cafetito, me dio charla y amistad en dos minutos. Y entre otras cosas me contó que se iba al día siguiente a recorrer una parte francesa del camino de Santiago, que la tiene llena de entusiasmo.
En la mañana primaveral y alegre de Bilbao hubo tiempo para llegar al borde del Parque de doña Casilda, para pasear tranquilamente charlando por la rambla de la ría, para maravillarme con el Guggenheim, que es como un milagro de la arquitectura, con su perrito de flores frescas como emblema, y todavía para reposar en el refugio de sosiego y música del bar El Tilo: un cafecito casi minúsculo que encierra una burbuja de armonía y de sonidos en el centro de Bilbao.
Y vuelta a casa, que Pili tiene ya lista hasta la mesa y comeremos y beberemos antes de irnos a la cabaña, el paraíso agreste de los Fernández Zotes, en el valle de Ayala.

3 Comments:

Blogger Joaquín Lucio said...

No sè porque, pero Bilbao no se me hace linda, no se porque serà, capaz que es preciosa, pero se me hace medio fea (perdòn Octavio y Pili si los ofendì, ustedes pueden decir lo que quieran de Avellaneda que seguro que es màs fea que cualquier otra ciudad del mundo).

12/5/06 15:12  
Blogger albertiyele said...

Sin embargo no sólo es una ciudad lindísima, sino que además estoy segura de que te encantaría (debería decir te encantará, porque estoy segura de que la conocerás), por varias razones, pero sobre todo por una bastante prosaica: no debe haber muchos lugares en el mundo en los que se coma mejor que allí. Los perfumes que salen de las cocinas bilbaínas se huelen en el aire. Si es verdad que cada ciudad tiene us olor (y debe ser, porque yo extraño el olor de Buenos Aires)los olores del País Vaco están ligados sin duda a lo mejor de la cocina.

13/5/06 09:29  
Anonymous Anónimo said...

No, Joaquín, ni Pili ni Octavio se enfadan por tan poca cosa y menos contigo.
Todo lo que dices de Bilbao "era" cierto, pero ya no. El vuelco que ha dado en los últimos 10 años hace que cuantos la visitan digan: ¡este no es el Bilbao que me habían contado!. Ha pasado de ser una ciudad industrial, a una ciudad de servicios.Ha pasado de darle la espalda a la Ría a mirarla de frente y con bellísimos edificios y jardines. No sé si por suerte o por desgracia, las fábricas se han ido y no ensucian con su humo.

14/5/06 14:01  

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