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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

17 septiembre 2007

Aquí va

Esto que les acabo de cortar y pegar es la carta de lectores que me publicó el domingo pasado, apenas ayer, el Diario de Mallorca. Ahora ni siquiera me pueden deportar porque estoy felizmente, que de alguna forma hay que decirlo, autodeportada. Es un alivio.


Alicia Iso. Palma.
Debería extrañarme, pero no
Acabo de enterarme por una carta publicada en el Diario, de que tanto el armador como gran parte de la tripulación del barco ganador de la Copa del Rey de Vela eran argentinos. Quizás debí decir sudamericanos, pero espero que el pequeño orgullo de compatriota me sea disculpado. Debería haberme extrañado que ese dato, que desde luego no es menor, haya sido prolijamente omitido al menos en todas las noticias que en su momento leí sobre el tema. Pero la verdad es que no, no me extraña, y por variadas razones. La primera es que ya me voy acostumbrando a que todo lo que provenga de la América ibérica (que no latina, no, que poco y nada tienen que ver los indios caribes con Julio César, o los incas con Catilina o los morenos brasileros o venezolanos con Virgilio) es metido sin distinción alguna adentro de la bolsa de "sudamericanos" (incluso, increíble, hasta los ciudadanos de países que ni siquiera están en Sudamérica como República Dominicana o Cuba), como si fuera igual o tan siquiera parecido un chileno que un colombiano o un uruguayo que un peruano. Y cuando no "sudamericanos", somos todos "inmigrantes", y ambas cosas con una enorme carga negativa. En el mismo día aparece una nota en la que nos informan de que familias "sudamericanas" disfrutan del Parc de la Mar. Algo así como si en un diario de Buenos Aires saliera una noticia sobre los "europeos" que tocan el acordeón y mendigan en las veredas de la Recoleta, lo cual no sería mentira: hay allí familias enteras de rumanos dedicándose no precisamente al turismo. Quizás así quedaría claro que no siempre lo que no es mentira es la verdad, o al menos no toda la verdad. Del mismo modo que Europa no es un bloque idéntico que pueda homologarse fácilmente, la realidad de Iberoamérica es inmensamente diversa; desde la geografía, el clima, los modos de vida, las costumbres, la comida, la música, el cine, la arquitectura y hasta el lenguaje son de una riqueza imposible de reducir a un estereotipo. Incluso al interior de los Estados poco tiene que ver un habitante de la Puna jujeña, por ejemplo, con un porteño, o un misionero con un fueguino, para poner ejemplos de mi país, que es obviamente el que mejor conozco. Y la segunda es peor aún: me he ido acostumbrando a la peor de las discriminaciones, que es la que aparece no en la gente sin ninguna educación, sino en quienes deberían ser los ilustrados que iluminan al resto de la sociedad, que muchísimas veces en lugar de poner su conocimiento y sus medios a favor de quitar barreras y prejuicios, los solventan y los consolidan con un uso de las palabras que al principio me alarmó y me apenó, pero que ya lamentablemente ni me sorprende
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