Y más Tibidabo
Ya de vuelta, otra vez en la estación del funicular, paramos otro rato a tomar una cañita. Sí, hasta yo tomo cañitas en España ( y en Barcelona también: por extraño que parezca a mí, que soy extranjera, me da la impresión de que tienen los catalanes las mismas, pero las mismitas, costumbres que los españoles. Cosa rara.) Nos sentamos en una especie de barra que mira hacia la ciudad, allá abajo. Al lado nuestro están sentadas una pareja y una mujer con acento mejicano que habla sin parar, casi más que yo. Y nos atiende a todos una mulata, cubana, que de yapa nos saca la foto.
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