A cierta isla

La estación a la que llega el tren de Stansted Airport, Liverpool Street, en el viaje con Cris, y en este otro, más invernal.


"Aquí estamos los dos, isla secreta.
Nadie nos oye.
Entre los dos crepúsculos
compartiremos en silencio cosas queridas."

Jorge Luis Borges. A cierta isla. En La cifra

El recuerdo grato o desgraciado que guardamos de los lugares en los que estuvimos siempre está muy ligado a las personas con las que los compartimos, o a cierta sensación de felicidad que sentimos en ellos. Así que la memoria que conservaré de los dos breves viajes que hice a Londres este año (ya el pasado, en realidad) será casi perfecta. Y es curioso, porque Londres fue una ciudad que tuve que aprender a querer, que me dio trabajo, a la que le ofrecí resistencia. Quizás nos pase con las ciudades como con las personas: las que nos cuesta más querer, las más complejas, y también las más inesperadas, son las que permanecen con nosotros para siempre.

Fui en septiembre con "miúnicahermana", a visitar a Perico. Además de pasear, de recorrer la ciudad, de reírnos como locas, charlamos como no habíamos charlado nunca, hicimos un viaje de verdadera iniciación fraternal. Y lo que vino después subrayó además la alegría de esos días de hermanas reencontradas.

Volví a ir el 30 de diciembre, para empezar el año con Perico y Ramiro, y de paso seguirles un poco los pasos, ver cómo viven, descubrir cómo han crecido, cómo viven sin mí. (Y viven fantástico, ay, ya no me necesitan para nada)

Ahora, dichos los preliminares, hablaremos de Londres.