De nuevo estoy de vuelta...
Después de larga ausencia, igual que la calandria que azota el vendaval.... Así cantaban, cantan, los entrañables y criollos Chalchaleros en aquella preciosa Luna cautiva. Yo también estoy de vuelta: otra vez en la vieja y marina Palma, y azotadas, Palma y yo, por vendavales varios.
Hace ya más de una semana que llegué y todavía no termino de instalarme, de acomodarme de nuevo al ritmo que tiene que llevar a quí mi vida. Al principio, los primeros días, fue todo una confusión y un mareo, una especie de vértigo interminable después de tantas horas de un vuelo que prefiero olvidar. Después vino la etapa del orden: vaciar valijas, encontrar un lugar para cada cosa, mirar una y mil veces las ni sé cuántos cientos de fotos que vinieron conmigo, la historia de una vida metida en fotografías adentro de una valija: desde una nena de piernas gorditas y cachetes pintados de rosa disfrazada con tutú y zapatillas de baile hasta una mujer con canas, sentada en el borde de un muelle con su hermana. En fin. Pasaron 10 días y me parece que hace siglos que estuve en Buenos Aires; que aquello está tan lejos, tan lejos y tan cerca.
Hace ya más de una semana que llegué y todavía no termino de instalarme, de acomodarme de nuevo al ritmo que tiene que llevar a quí mi vida. Al principio, los primeros días, fue todo una confusión y un mareo, una especie de vértigo interminable después de tantas horas de un vuelo que prefiero olvidar. Después vino la etapa del orden: vaciar valijas, encontrar un lugar para cada cosa, mirar una y mil veces las ni sé cuántos cientos de fotos que vinieron conmigo, la historia de una vida metida en fotografías adentro de una valija: desde una nena de piernas gorditas y cachetes pintados de rosa disfrazada con tutú y zapatillas de baile hasta una mujer con canas, sentada en el borde de un muelle con su hermana. En fin. Pasaron 10 días y me parece que hace siglos que estuve en Buenos Aires; que aquello está tan lejos, tan lejos y tan cerca.
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