Desde la muralla, la Seu, los techos y el mar.
El barrio de la Lonja, el primero en el que viví cuando ya no estaba allá (ni todavía acá; cuando no podía estar en ningún lado), con el campanario de la Iglesia de la Santa Creu. Sus campanas fueron las primeras que oí en Palma.
El bosque y el castillo de Bellver, con sus torrecitas, vigilando la bahía.
La intervención de la recuperación del antiguo Baluard y un paño de muralla que se salvó de la demolición.
Esculturas contemporáneas en las terrazas. "La luna como luz movediza", de Jorge Oteiza.
"Cabeza", de Rafael Canogar.
El bou de Calatrava, que nos costó carísimo y no le gusta a casi nadie. A mí sí. Sus formas geométricas, cúbicas, combinan bien con el campanario triangular de la Santa Creu, y es como una avanzada sobre el puerto. Me gusta.
Un fragmento de muralla original y otra escultura: "Carpe diem II", de Eugenio López. (un día algún artista contemporáneo me va a explicar cómo nombran sus obras. Me intriga... Carpe diem, y encima II (???!!!!)
Y las palmeras.
Y ese puesto de vigilancia, tan parecido a los de Cádiz o el Caribe.
La casita al revés de la Plaza de Santa Catalina , por donde se entra a Es Baluard. Poca gente lo recuerda, pero "la casita" es obra del escultor estadounidense Dennis Oppenheim ( https://elpais.com/diario/2011/01/26/necrologicas/1295996401_850215.html ), y tiene dos réplicas: una anterior, en Venecia, y otra posterior en Vancouver. Y no es esta (que por cierto tiene también su nombrecito: "Device to Root out Evil") la única obra del autor en España: hay un "Jardín de crital" en Navalcarnero, y un "Stage Set for a Film" en el Paseo Zorrilla de Valladolid (http://artevalladolid.blogspot.com.es/2012/02/decorado-para-una-pelicula-1998-dennis.html?m=1 )
Y recuerdos. Palma se me va habitando con memoria.
En el plano antiguo, ahí está Es Baluard de Sant Pere, separando el barrio de Santa Catalina del casco histórico, y con el mar golpeando la muralla (como fue hasta los años 60 del siglo XX)
Formó parte de la arquitectura defensiva de la ciudad, ya que tenía la función de vigilar la bahía, y dar aviso y proteger de la llegada de invasores. La invasión, el peligro que venía siempre del mar, determinó la ciudad y la isla entera. Sigue siendo visible en los modos de edificar; en los lugares en los que se emplazaba, y se emplaza, la vida cotidiana de los nativos, y en los que no; en el diseño laberíntico de las calles, y en el carácter (también un poco laberíntico, del que hay que aprender a conocer las claves, y respetarlas) de la población.
No hay demasiados datos, pero se supone que la construcción original es del siglo XIV y estuvo a cargo de un arquitecto italiano. Lo cierto es que se recuperó y se amplió para convertirse en Museo de arte contemporáneo hace muy poco, en 2004, y creo que mucho mejor que su colección y sus actividades (que se conocen poco; un problema de la isla es que todo se difunde poco) es esa recuperación y esa intervención en un espacio de enorme valor en el paisaje urbano. Es el final del Paseo Mallorca, y está bordeado de un lado por el tejido tupido de la ciudad antigua, y por otro por la Riera, que llega al mar después de haber atravesado toda la ciudad.
No sé si Palma será mi destino final (porque nunca se sabe; porque ya aprendí que la vida da muchas más vueltas de las que esperamos), pero si me toca partir, Es Baluard será uno de los lugares que extrañaré (y que extrañará Manolito, que le encanta que lo suba a la muralla y pasear por ahí oteando el horizonte (y ladrando, claro que sí, ladrando))
Como dato "turístico": siempre funcionó allí un restaurante, pero era horrible. Desde hace unos tres años eso cambió. El restaurante y sobre todo el bar de copas y café de la terraza, que tiene unas vistas espectaculares, es un lugar de moda que se llena de gente de medio mundo, que en verano tiene noches de música en vivo, y que visita hasta la mismísima reina Letizia (oooooohhhhhh) en sus escasos (cada vez más notoriamente escasos) días de estío en Palma. Es un poco caro, apenas más caro que otros en realidad, pero el lugar vale la pena. A mí me gusta sentarme al sol del invierno a leer, y tomo siempre un café, pero podría también sentarme en la parte pública de la terraza y no gastar ni un euro. Así que ya saben, para cuando visiten Palma.
http://www.esbaluard.org