Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

28 octubre 2009

Y la Plaza de Oriente

Allí, en la Plaza de Oriente, rodeados de reyes godos, comimos algo mientras esperábamos a Carli y Betty. Y después a seguir paseando: la Gran Vía hasta Alcalá, Alcalá hasta la Puerta, donde vemos montado un escenario gigantesco. Al día siguiente se esperan "dos millones" de personas en la manifestación antiaborto. Yo no soy abortista, más bien al contrario. Pero eso de meterse en los cuerpos y en las conciencias ajenas no me cae del todo bien. Y eso de esperar dos millones de personas en una manifestación en una ciudad de 5 millones de habitantes me parece un poco exagerado, la verdad. Mejor, para desrabiarnos, paramos en el café del Círculo de Bellas Artes, a descansar la caminata, a tomar alguito y a ver la gente paseando un sábado a la tarde por Madrid.

Bueno bonito y barato

Si van a Madrid y están de paseo, de compras o de lo que se les ocurra por la calle Preciados (dividida en dos: un tramo que va de la Puerta del Sol al Callao, y otro que va del Callao a la plaza de Santo Domingo, entren a comer al De María de Preciados (acá les dejo lo que yo encontré en internet, pero igual les digo lo que yo comí http://www.guiamaximin.com/clasificacion/un-jamon/de-maria-preciados-madrid.html) Aunque no soy muy carnívora, como si en lugar de argentina fuera marciana, se nos dio por comer algo en la parrilla De María que está frente al hotel. Y hete aquí que comimos en la barra, y yo me engullí las mollejas más ricas que probé en muchos años, incluidos los años argentinos. Cuando le dije al mozo que felicitara de mi parte al parrillero me contestó que el tal parrillero era filipino. Glup.
De cualquier manera Madrid tiene más De Marías que Mc Donald's, lo que no es nada malo, y me imagino que en cualquiera se comerá igual de bien.

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Subiendo que es gerundio

Subiendo y subiendo por la Calle de Atocha encontramos montones de cajeros automáticos que no nos sirven para nada: ninguno quiere darnos "la platita, la platita". Y un monumento en conmemoración a los abogados laboralistas asesinados en su estudio de la calle Atocha en enero del 77. No sé desde cuándo está allí; en todo caso nunca lo había visto y me conmueve: yo recuerdo con una nitidez de presente esos años de España, no sé por qué.

Y el reina Sofía y los bares

Justo enfrente del Reina Sofía, que está muy cerca de Atocha, hay una placita llena de bares. En uno de esos bares, que en realidad es una pizzería, paramos a tomarnos un cafecito antes de seguir. Y en el bar El Diamante, que tiene salida por delante y por detrás (ay qué inquietante me quedó la subordinada) nos encontramos hace ya unos años con Inés y David; también en la terraza del Diamante esperó pacientemente mi Bibi, al sol, que yo saliera por fin del Reina Sofía. Y no digo al sol como un detalle: cuando quiso mover de lugar la silla y ampararse a la sombra el mozo casi le muerde la yugular: "ni se le ocurra, que luego vienen los municipales y me encajan una multa de no te menees". Madrid empieza a tener para nosotros huellas de recuerdos, a pesar de que seguimos descubriendo lugares que sabíamos que estaban allí pero nunca habíamos visto.

Paseamos, paseamos, paseamos


Recorrimos medio Madrid caminando bajo un sol tibio, que fue calentando el aire del otoño. Pasamos por Atocha y entramos a ver el homenaje a las víctimas del atentado de aquel fatídico 11 de marzo. Es muy extraño. Una especie de chimenea de papel, que se sostiene con aire a presión, y que guarda no sólo los nombres de los muertos, sino muchas de las palabras que la gente común dejó escritas en la estación en esos días de dolor y desconcierto. Es un lugar cerrado herméticamente, amplio, vacío, frío, con un silencio raro, un silencio de aire comprimido, aislado del trajín de la estación de trenes, que está repleta de gente que va y viene. No sé. Quizás ese aislamiento sirva para concentrarnos en el homenaje, para arrancarnos del tiempo de la vida que sigue y volvernos al momento terrible de las bombas y la muerte. En todo caso es muy angustiante, y está absolutamente vacío, custodiado por un pobre tipo con cara de aburrido, que está allí sólo para abrir y cerrar la puerta, como un carcelero. La gente pasa alrededor sin mirar y sin ver, como si prefiriera olvidar o no pensar. Es el monumento de homenaje más raro que haya visto. Pero allí está.

26 octubre 2009

Pa´que vean


A mi Bibi le empieza a gustar la pintura. Le encanta Dalí, y lo descubre de lejos en los museos; y le gusta Goya. En realidad se enamoró de Goya en cuanto vio ese retrato familiar, la familia de Carlos IV, en la que aparecen todos los que eran y serían reyes de España (nuestro buen Fernando VII, que los criollos tan bien conocemos, al menos de nombre; después de todo fue el último rey oficial que tuvimos; después, mucho después, nos fuimos acostumbrando a los tarados con delirios de reyezuelos, y hasta con ínfulas de fundar dinastías, pero esa es otra historia) con la banda celeste de los Borbones, de la que él dedujo veloz como el rayo que los Borbones son y fueron... hinchas de Racing. En fin. La cuestión es que ahí lo tienen con el sordo don Francisco, el aragonés, que a mí me hace llorar a mares cada vez que lo encuentro en el Prado.

24 octubre 2009

Y novedades en Madrid


Algo que no había visto y que busqué y me encantó es la nueva sede de la Fundación La Caixa, que está muy cerca del Prado, sobre el mismo paseo pero de la vereda de enfrente, hacia Atocha y el Reina Sofía. Un edificio rescatado para la ciudad, hermosísimo, y con una pared entera convertida en jardín vertical. La Caixa, que es la banca catalana, tiene evidentemente excelentes asesores para elegir edificios y ponerlos a funcionar. El de Palma también es emblemático, y está en un lugar perfecto. No debe haber mejor manera de promocionarse. Chapeau para los catalanes.

Callejeando



Ahí lo tienen al Bibi sentado en la Plaza Mayor, paseo ineludible. Pero antes de eso habíamos llegado a la Puerta del Sol, bajamos por la calle de San Jerónimo, pasamos por la puerta de las Cortes, (guauuuuuu)y salimos casi derechito al Prado. Aunque era temprano ya había bastante gente, aunque por suerte no tuvimos que hacer cola. ¿Qué puedo decirles del Prado? Necesitaría muchos días de Madrid para recorrerlo tranquila, porque cada vez que voy me tiento con lo mismo: Goya, Velázquez, el Bosco (que cada vez me gusta más)y ese cuadro chiquito, una tabla que seguramente no es ni remotamente una estrella en el Museo, pero que a mí me conmueve y que yo busco y rebusco cada vez que voy: Cristo muerto y sostenido por un ángel, de Antonello de Messina. Sé muy poco del pintor, y casi nada del cuadro: que el Prado lo compró alrededor de 1965 a un particular que lo tenía en Irún; que la ciudad que se ve al fondo es Messina, la ciudad del pintor; que la técnica tiene mucha influencia de los flamencos. Nada de eso me importa en realidad; algo tiene ese cuadro que a mí me conmueve de una manera particular, y no sé qué es. La cara mortificada y amoratada de ese hombre ya cadáver, joven, muerto de muerte atormentada; los brazos vencidos, el cuerpo atravesado de dolor, el gesto de agonía y de súplica, como si estuviera rogando que se acabara de una vez ese espanto; y la carita infantil del ángel, que a pesar de su tamaño diminuto lo respalda, le sirve de apoyo, e intenta sostener un cuerpo con el que sabe que no puede, y busca con la mirada, fuera del cuadro, a alguien que lo ayude o que le explique; y en esa carita perfecta y redonda, la imagen misma de la infancia y la inocencia, una lágrima, un desconcierto.
Busco mi cuadro en el Prado, y no puedo mirar nada hasta encontrarlo; y cada vez me emociona como si fuera la primera vez, y cada vez es como si el pintor tuviera algo que decirme a mí personalmente (¿será que tengo que ir a Messina, que debería haber cumplido ya hace rato con el sueño de conocer Sicilia?, qué sé yo; el cuadro es de una tristeza infinita; espero que a mí me quiera decir justamente que como hay ese dolor, disfrute de la vida que me tocó), como si me esperara allí, en una de las salas del Prado. Curiosamente lo miran poco: está precisamente al lado de un Fra Angelico famosísimo y enorme, que también me encanta, pero que no está pintado para mí.

Viernes en Madrid

Nuestro hotel está a escasos 100 metros de la plaza del Callao, que está en estado de demolición, junto con el tramo de la calle Preciados en la que justamente está el hotel; pero no nos importa mucho: cuando empiezan los ruidos de la obra ya estamos levantados, y en la calle. Hace frío, ese frío seco de viento que te congela los dientes, pero tampoco eso nos importa mucho. Estamos en Madrid, después de tanto tiempo, y la ciudad es una fiesta. Notas al margen: en los cines de la plaza del Callao se publicita con tremebundo cartel El secreto de sus ojos, la película de Campanella que ya vimos en Palma, y que parece que está siendo un rotundo éxito en España; ya la vio toda la gente con la que hablamos, y a todos les gustó (incluso bastante más que a nosotros: a mí me pareció excelente la reproducción de los 70 en el vestuario, la ambientación, los muebles, y hasta en detalles como unas tazas de café que me llevaron de un plumazo a la cocina de mi casa en esos años: mamá tenía unas idénticas; y al Bibi le encantó el detalle, casi el guiño, de los nombres de jugadores del Racing de comienzos de los 70 como parte de la intriga de la trama, pero dejémoslo). Y también nota al margen: en España aman a Darín; las mujeres suspiran por él, y están todos absolutamente convencidos de que es el mejor actor argentino, algo así como un monstruo sagrado de las tablas. Ay ay ay.
Pero como ya me fui en notas y notitas, lo dejo acá y sigo más abajo, o más arriba, qué sé yo. Qué despelote.

En el Mercado de San Miguel

Está a un paso de la Plaza Mayor; se puede comprar lo que en cualquier mercado (frutas,verduras, carnes, pescados, mariscos), pero además uno se puede sentar en el mostrador de cualquier puesto y comer lo que se le antoje; o llevarse su plato servido a una especie de patio central, con mesitas y sillas altas, como para estar mitad parado mitad sentado, y zamparse desde unas tapas ligeras hasta una paella. Precioso, barato, ideal. Ahí va la dirección, para que chusmeen: www.mercadodesanmiguel.es Lo que no sé es por qué ahora no me lo pone de tal manera que ustedes puedan entrar directamente desde aquí cliqueando en la dirección. Misterios de la informática, que yo nunca llegaré a descular. De cualquier manera ténganlo en cuenta para cuando pasen por Madrid. vale la pena.
Ah! casi me olvido: nos atendió un chico que tendría la edad de Joaco, porteño, más porteño que el obelisco; vive en Madrid hace dos años y está feliz de la vida. Se ve que no invadimos sólo la isla; vamos también por la capital de España.

De Madrid al cielo

El jueves 15 de octubre, a la mañana, partimos hacia Madrid. La última vez que habíamos paseado por Madrid vivíamos todavía en Buenos Aires; habíamos venido a Europa con la excusa de un viaje a Bruselas que un laboratorio, ya no me acuerdo cuál, le pagaba al Bibi. Yo me había subido a un avión después de más de 20 años, y disfruté la ciudad como si fuera la primera y la última vez que fuera a verla. Ni en el más insanos de los delirios se me hubiera ocurrido entonces que viviría en España, que tendría Madrid a una hora de vuelo, que me resultaría de todas formas accesible recorrerla de arriba a abajo.
Llegar a Barajas se me quedó fijado en algún lugar de la memoria como llegar a España, después de larguísimas horas de vuelo. Siempre busco desde el aire la ciudad, que nunca veo ni vi esta vez, y siempre me llama la atención, cuando el avión ya casi toca el suelo, la cruz enorme prendida en la ladera de una loma; no sé desde cuándo está allí, ni quién la puso ni por qué, pero es una marca curiosa, y dado que para mí es la entrada a España, cargada de significado.
A pesar de lo que todos suponen el hecho de andar subiéndome a aviones varias veces al año no consigue quitarme los terrores. Maldito invento, maldita idea la de mi Bibi de instalarse en una isla, con lo ancha que es Castilla.

16 octubre 2009

Por la calle por la calle de Alcalá

Aquí estamos desde ayer a la mañana en los madriles. Viajamos por primera vez en Ryanair, la compañía de bajo coste; no tiene ni asientos numerados, y no se puede facturar equipaje ninguno; pero los aviones son nuevos, te atienden igual que en cualquier otra, porque ahora te cobran hasta una Coca Cola en todas ellas, y la verdad es que salimos y llegamos a horario y perfectamente. Estamos en el Hotel Preciados ( www.preciadoshotel.com ) , en pleno centro de Madrid, a dos cuadras de la Puerta del Sol. Es sorprendente la capacidad de romper todo que tiene el alcalde: no hay una vereda o una calle en su lugar. Y sigue siendo una ciudad preciosa. Paseamos, comimos una tapas en el Mercado de San Miguel, que reciclaron hace poco y quedó divino, y después nos fuimos en el Metro a conocer a Lara, la nieta de Carli y Betty, que es un sol de bebé. Ya a la noche volvimos en autobús, una forma de mirocotearlo todo, y comimos algo de un De María que tenemos enfrente: las mollejas más ricas que comí en años: finitas, crocantes, tiernas, perfectas. Asadas, según me dijo el camarero, por un filipino. Son las cosas que tiene Madrid, y que yo adoro.