Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

18 septiembre 2007

En el diario no hablaban de ti

Entre otras cosas estar en Buenos Aires me permitió conocer por fin a Tomeu y a Eva, esos amigos mallorquines del otro lado del espejo. Casi para la misma época en que nosotros nos íbamos de acá, ellos se iban de allá. Con dificultades, con pasos cuidadosos de quien camina en terreno ajeno, ellos han ido haciéndose una vida en Buenos Aires, como nosotros vamos haciéndonos una en Palma. Las preocupaciones, aunque parezca rarísimo, son las mismas de un lado y otro del interminable Atlántico: las saudades y la adaptación de los hijos; el dolor, el asombro y a veces hasta el reproche de los padres por la huida; la casa, el lugar donde vivir en la nueva ciudad que uno ha elegido; hasta los precios de los pasajes "para volver a casa" en según qué fechas; en fin: las cosas que hemos tenido que ir enfrentando para amoldarnos en nuestras nuevas vidas. Ellos han encontrado una ciudad enorme, cosmopolita, ruidosa y caótica, acostumbrada desde la fundación a recibir e integrar, casi a fagocitar, a todo quien. En Buenos Aires a nadie se le ocurre preguntarte de dónde sos ni dónde naciste; si vivís acá, sos un porteño; si compartís la humedad, el desvencije de los colectivos, el apretuje de los subtes, el ritmo y el pulso apurados de la ciudad, sos un porteño. Después de todo debemos haber muy pocos nacidos aquí, y eso es un detalle que no le importa nada a nadie.


Nosotros en su isla hemos encontrado casi el aire del paraíso, paisajes de foto de publicidad turística; un ritmo demorado en el que nadie parece tener ningún apuro, como si se tratara de una Santiago del Estero marina y riquísima, pero como contrapartida somos y seremos extranjeros, inmigrantes, menos todavía que forasters, toda la vida. Mallorca nos dejará vivir, pero muchas veces pienso que no nos integrará nunca.

Y el domingo en su columna del diario Tomeu habló de eso. Así que ya no podré cantar aquello de "en los diarios no hablaban de ti".

En Buenos Aires sigue lloviendo sin parar. Desde que llegué, que mañana serán ya dos semanas, todavía no he visto salir el sol. A los porteños nos faltan muchas cosas. Agua, no.

17 septiembre 2007

Aquí va

Esto que les acabo de cortar y pegar es la carta de lectores que me publicó el domingo pasado, apenas ayer, el Diario de Mallorca. Ahora ni siquiera me pueden deportar porque estoy felizmente, que de alguna forma hay que decirlo, autodeportada. Es un alivio.


Alicia Iso. Palma.
Debería extrañarme, pero no
Acabo de enterarme por una carta publicada en el Diario, de que tanto el armador como gran parte de la tripulación del barco ganador de la Copa del Rey de Vela eran argentinos. Quizás debí decir sudamericanos, pero espero que el pequeño orgullo de compatriota me sea disculpado. Debería haberme extrañado que ese dato, que desde luego no es menor, haya sido prolijamente omitido al menos en todas las noticias que en su momento leí sobre el tema. Pero la verdad es que no, no me extraña, y por variadas razones. La primera es que ya me voy acostumbrando a que todo lo que provenga de la América ibérica (que no latina, no, que poco y nada tienen que ver los indios caribes con Julio César, o los incas con Catilina o los morenos brasileros o venezolanos con Virgilio) es metido sin distinción alguna adentro de la bolsa de "sudamericanos" (incluso, increíble, hasta los ciudadanos de países que ni siquiera están en Sudamérica como República Dominicana o Cuba), como si fuera igual o tan siquiera parecido un chileno que un colombiano o un uruguayo que un peruano. Y cuando no "sudamericanos", somos todos "inmigrantes", y ambas cosas con una enorme carga negativa. En el mismo día aparece una nota en la que nos informan de que familias "sudamericanas" disfrutan del Parc de la Mar. Algo así como si en un diario de Buenos Aires saliera una noticia sobre los "europeos" que tocan el acordeón y mendigan en las veredas de la Recoleta, lo cual no sería mentira: hay allí familias enteras de rumanos dedicándose no precisamente al turismo. Quizás así quedaría claro que no siempre lo que no es mentira es la verdad, o al menos no toda la verdad. Del mismo modo que Europa no es un bloque idéntico que pueda homologarse fácilmente, la realidad de Iberoamérica es inmensamente diversa; desde la geografía, el clima, los modos de vida, las costumbres, la comida, la música, el cine, la arquitectura y hasta el lenguaje son de una riqueza imposible de reducir a un estereotipo. Incluso al interior de los Estados poco tiene que ver un habitante de la Puna jujeña, por ejemplo, con un porteño, o un misionero con un fueguino, para poner ejemplos de mi país, que es obviamente el que mejor conozco. Y la segunda es peor aún: me he ido acostumbrando a la peor de las discriminaciones, que es la que aparece no en la gente sin ninguna educación, sino en quienes deberían ser los ilustrados que iluminan al resto de la sociedad, que muchísimas veces en lugar de poner su conocimiento y sus medios a favor de quitar barreras y prejuicios, los solventan y los consolidan con un uso de las palabras que al principio me alarmó y me apenó, pero que ya lamentablemente ni me sorprende
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12 septiembre 2007

Del lado de acá

Sí, ya sé que no soy original; que esto del lado de acá y el lado de allá ya está inventado, pero no se me ocurre otra forma de decirles que estoy en Buenos Aires. Estoy en Buenos Aires. Estoy en Buenos Aires. No, no me tildé. Camino por la calle, he tenido que caminar mucho y mucho haciendo trámites, y la ciudad no sólo es bellísima, como siempre ha sido, sino que es mía, quizás también como siempre ha sido, sólo que es la primera vez que me doy cuenta. Yo nunca había notado que fuera tan porteña. Mi manera de hablar, de vestirme, de caminar, de sentarme en un bar y hasta de respirar pasa aquí absolutamente desapercibida. Soy yo, diferente a todo el mundo, pero una más en la fauna. Y no tengo nada que explicar ni cuando me río, ni cuando lloro, ni cuando puteo, ni cuando miro; todos nos reímos, lloramos, puteamos y miramos las mismas cosas. Estoy en casa.
Ya me tomé 8000 cafés, ya crucé calles por el lugar indebido, ya violé dos o tres semáforos, como corresponde a todo porteño bien nacido (bien porteño nacido, quiero decir), ya circulé pasándome de carril en carril como si estuviera en una pista de autitos chocadores, y sin chocar por supuesto; ya me metí al buche no sé los kilos de tierno y empalagoso dulce de leche de La Serenísima; ya me lloré todas las lágrimas que había supuesto que iba a llorar y más; ya vi Buenos Aires encendida como un cuadriculado interminable de lucecitas desde la ventanilla del avión, la pampa con formato de damero, aferrada a mi asiento y respirando hondo para no asfixiarme de pura emoción; ya caminé por medio Buenos Aires silbando bajito sin que nadie me mire ni le llame atención una mina silbando por la calle. Pero me queda todavía mucho por hacer. Esto recién empieza.

03 septiembre 2007

MATADOOOOR MATADOOOOOOR

Me sigo enterando de "detalles" sobre la Copa del Rey de vela de la que les conté ahí abajo. Tan argentino eran el barco (que por lo que leí es de uno de los Roemmers) y su tripulación, que parece que el última día de regata, con todo y Su Alteza Real la Infanta Elena (que así es el tratamiento, sencillamente increíble para cabezas americanas) a bordo porque la habían invitado parece que por cábala, el barco entró triunfalmente al Puerto de Palma al ritmo de los Fabulosos Cadillacs y su Matadoooooor matadooooor mientras la tripulación revoleaba camisetas al estilo de la Sole. Menos mal que no lo supimos antes; hubiera estado allí para recibirlos y entonar con ellos media Mallorca: exactamente la mitad argentina. Acá va Matador