Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

26 septiembre 2012

Y Cala Galdana







El único lugar donde vimos un poco de estropicio, no mucho, pero para estar atentos. Se ve en una de las fotos un edificio que desentona. Esperemos que no crezca el monstruo.

Y las playas y algún faro de Menorca

La bellísima y extenuante Cala en Turqueta, a donde sólo se puede llegar caminando, atravesando un bosque de pinos precioso. Esas calas, divinas, ya no son para el Bibi y para mí.



Y el Faro del Cap d'Artrutx, desde donde se ve Mallorca tan cercana, pero tan cercana que es increíble que desde allí no se vea esta isla. Se distingue claramente hasta qué parte de Mallorca es.

Ahí la tienen, sobre el ángulo derecho del horizonte, mi isla vista desde Menorca:

Y Maó, donde tuvimos lluvia







Dicen que Menorca es uno de los destinos preferidos de los catalanes para veranear. Y que es la isla mejor conservada y más cuidada del archipiélago Balear; la única que no ha abusado del turismo y que mantiene su estilo. La única, además, que fue dominio británico durante un siglo (desde 1708 hasta 1802).
Aquí les dejo la voz de Serrat homenajeando a su querida y bella , que es como llaman los menorquines a la ciudad que los castellanos llamamos Mahón. Y de donde nos ha llegado, por cierto, la untuosa y versátil mahonesa.

Y más calles, y plazas y el mercado





Y sorpresas en las calles de Ciutadella


En una vidriera de una tienda de esas turísticas, de un poco de todo, bijou, túnicas playeras, sombreros de paja, ¿qué descubro? Eso que ven en la foto: un libro de doña Petrona, avejentado, amarillento, idéntico al que tengo en esta casa. Bibiloni insiste en que sus dueños son hinchas de Racing: las paredes pintadas de celeste y blanco.

Calles de Ciutadella




Serena y clara a finales de Mayo, Ciutadella es una ciudad amable, a la que valdrá la pena volver. Fue, además, el primer viaje en que me hicieron el descuento de residente. Me devolvieron la mitad del valor del pasaje. Tenía un alegría que parecía que me había ganado la lotería. :-))

Fotos del Puerto de Ciutadella





Es como una hendidura en la isla, estrecha y honda, por donde se mete el mar. De vez en cuando leemos en el diario que hay alertas por "rissaga": una crecida violenta de la marea, que inutiliza el puerto (por eso se desplazó hacia mar abierto el atraque de los ferrys, que no sólo transportan pasajeros sino también mercaderías) y provoca mucha alarma. Son algo así como unos mini-mini tsunamis parece que bastante difíciles de predecir, que hasta ahora nunca han pasado a mayores.

Ahora que se acaba, rememorando el comienzo del verano: un hotel en Menorca







El verano empezó antes de tiempo, con un viaje corto y cálido a la minúscula y bella Menorca. Apenas enfrente. Fuimos y vinimos en el ferry que sale de Alcudia. Fue a finales de mayo y tengo el recuerdo de la piel un poco fría en el amanecer de Inca, a mitad de camino entre Palma y el puerto que nos llevaría de minivacaciones, por donde pasé a buscar al Bibi que salía de su guardia.

A pesar de que la distancia parece muy poca, cruzar le lleva al ferry cerca de tres horas. A finales de mayo aquello va cargado de camioneros y sólo alguna pareja de nórdicos; y justamente ese día que viajamos nosotros una curiosidad: una pandilla enorme de motoqueros viejos, con sus camperas de cuero, sus botas de puntín, sus compañeras parlanchinas y risueñas de trenzas canosas y jeans que les ajustan los rollos (cero problema. Son envidiables), mochila al hombro y sus rugientes Harley Davidson. Son ruidosos. Amenizan el viaje. Creímos que nos los encontraríamos por las rutas escasas de Menorca en esos días, pero no volvimos a verlos.

El ferry nos dejó en Ciutadella, que es una ciudad antigua y hermosísima, elegante, luminosa. Increíble que hayan construido esas casas señoriales, esos palacios, esas iglesias, en isla tan pequeña. Desde el puerto (particular, distinto a casi todos) hasta las calas que la rodean: un lugar ideal.

El hotel en el que pasamos esos días merece un párrafo aparte, y merece ser visitado por mucha gente, y merece su dueña, María, y sus dos hijos, figurar en alguna de esas guías de viajes que les dan puntajes altísimos a los hoteles. Es una antigua casa menorquina reciclada en hotel con un patio de piedra y tranquilidad y sol y sombra fresca, una cocina enorme como la de cualquier casa enorme, una sala de estar cálida y cómoda, y unas pocas habitaciones en la planta de arriba, decoradas con austeridad y buen gusto. Un placer. Un enorme placer disfrutar la generosa hospitalidad de María y sus hijos.

 Nos invitó a cenar con su familia, con ellos vi en la tele del salón, como si estuviera en casa de unos amigos, el triunfo de Hollande en las elecciones francesas (curiosamente el único pasajero que había en el hotel era un francés, que también estaba allí, mirando la pantalla, un poco escéptico, como estamos todos con los políticos en todas partes)