Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

18 octubre 2006

Ay patria mía

No me entero de lo que pasa en Argentina por los diarios españoles, donde suele aparecer muy poco, casi nada. Escucho alguna radio por internet, leo La Nación o a veces las pocas notas que publica en la red la revista Noticias. Y la verdad es que no debería, porque me agarro unos venenos increíbles. Pero hoy fue peor: El País empieza su nota diciendo "La Argentina retrocedió treinta años"; El Mundo "Fantasmas del pasado...", y así todos.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Ay patria mía; más que nunca, ay patria mía.

12 octubre 2006

Habemus dulce de lechem

Demos gracias a Dios. A algún empresario iluminado de la multinacional Nestlé (léase "neslé" para decirlo en castizo, aunque suene raro) se le debe haber ocurrido darse una vuelta por las lejanas pampas, y vino a descubrir el hombre que no había allí sólo ombúes y piqueteros, sino dulce, untuoso, tentador, aterciopelado, irresistible, empalagoso dulce de leche. Y se ve que ya vuelto a la civilización del norte entró a su oficina, y frasco traído de contrabando en lo más recóndito de la valija en mano, llamó a sus secretarios y dio la orden: quiero que fabriquemos esto. Y se hizo la luz. Nestlé produce para su marca La Lechera un dulce de leche riquísimo, que no tiene nada que envidiarle al mejor de nuestros criollos y pamperos dulces. Y voy yo y me lo encuentro en la góndola del supermercado, y vuelta a casa lo pruebo y me dan ganas de bendecir al alto cargo de Nestlé que dio la orden y a toda su prosapia, y tendida en el suelo de la cocina alabar y agradecer a Alá apuntando con la testa hacia la Meca.
Así que ya saben: si creían que entre las penurias de la emigración podría figurar la nostagia dolorosa del paladar sintiendo esa dulzura, olvídenlo. Habemus dulce de lechem, y del bueno, del que da escalofríos al posarse en la punta de la lengua; podría competir de igual a igual con cualquiera de los mejores de los nuestros (para mí, por favor, el de La Serenísima). Todavía no es fácil de encontrar; por ahora hay que hacerse una escapada hasta alguno de los supermercados grandes como Carrefour o Al Campo (que es el francés Au Champ, pero en cristiano), pero ya está aquí, entre nosotros. Demos gracias a Dios.