La Virgen del Pilar dice...
que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa. Así dice la copla. Pero la Vigen del Pilar me dice a mí otras muchas cosas.
Poco antes de venirnos a vivir a España llegó a mis manos una caja con cosas que pertenecieron a mi abuelo Pedro, mi abuelo aragonés. Cosas variadas y mezcladas como en un cajón de sastre, ninguna con ningún valor material. Fotos chiquitas y arrugadas, papeles más o menos indescifrables, anotaciones, esas pequeñeces que uno acumula en algún rincón y qué quién sabe qué azar hace que conservemos. Entre esas cosas variopintas una postal muy antigua con la imagen de la Virgen del Pilar bordada. Muy vieja, toqueteada, resquebrajada, amarillenta. Y en el revés, escritas con una letra pareja y clara, unas pocas líneas: "Hijo mío, espero que seas feliz con esa familia, y que la Pilarica nos proteja a todos. Tu madre." Sin duda era una carta, apenas una nota pero cargada de sentido, de mi bisabuela a mi abuelo. No sé si la escribió de puño y letra o la mandó a escribir; no sé si esa pobre Avelina Bueno sabría escribir, aunque por el lugar y la época en los que le tocó nacer y vivir, lo dudo mucho. Pero sé muchas cosas de la penosa historia de esa mujer, y de las razones que la llevaron a querer decirle a su único hijo semejante cosa.
En todo caso para mí llegar a Zaragoza por el puente del Pilar, ver esa iglesia monumental antes que nada en la ciudad, en mitad de la noche y después de un viaje bastante complicado, fue algo así como volver a cumplir con un encargo. Sentí que ahí estaba con el Bibi y dos de mis chicos cumpliendo una tarea adeudada hace ya muchos años, muchísimos. Y que este viaje me dejaría mucho más que imágenes bellas y comida memorable, que también.
Poco antes de venirnos a vivir a España llegó a mis manos una caja con cosas que pertenecieron a mi abuelo Pedro, mi abuelo aragonés. Cosas variadas y mezcladas como en un cajón de sastre, ninguna con ningún valor material. Fotos chiquitas y arrugadas, papeles más o menos indescifrables, anotaciones, esas pequeñeces que uno acumula en algún rincón y qué quién sabe qué azar hace que conservemos. Entre esas cosas variopintas una postal muy antigua con la imagen de la Virgen del Pilar bordada. Muy vieja, toqueteada, resquebrajada, amarillenta. Y en el revés, escritas con una letra pareja y clara, unas pocas líneas: "Hijo mío, espero que seas feliz con esa familia, y que la Pilarica nos proteja a todos. Tu madre." Sin duda era una carta, apenas una nota pero cargada de sentido, de mi bisabuela a mi abuelo. No sé si la escribió de puño y letra o la mandó a escribir; no sé si esa pobre Avelina Bueno sabría escribir, aunque por el lugar y la época en los que le tocó nacer y vivir, lo dudo mucho. Pero sé muchas cosas de la penosa historia de esa mujer, y de las razones que la llevaron a querer decirle a su único hijo semejante cosa.
En todo caso para mí llegar a Zaragoza por el puente del Pilar, ver esa iglesia monumental antes que nada en la ciudad, en mitad de la noche y después de un viaje bastante complicado, fue algo así como volver a cumplir con un encargo. Sentí que ahí estaba con el Bibi y dos de mis chicos cumpliendo una tarea adeudada hace ya muchos años, muchísimos. Y que este viaje me dejaría mucho más que imágenes bellas y comida memorable, que también.