Diario de viaje: una argentina en Mallorca

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Nombre: albertiyele
Ubicación: Palma de Mallorca, Illes Balears, Spain

30 enero 2007

Gracias por el fuego

Es cierto que los mallorquines no son ni muy salerosos ni muy propensos a ninguna clase de efusividad ni de expansión, y que muchas veces uno sospecha que en lugar de llegar a una isla con sangre y pasión y calor mediterráneos ha llegado a un poblado de esquimales o de nórdicos austeros y medidos. Suelen parecer mezquinos de palabras y de gestos de cordialidad; tímidos y desconfiados; callados y hasta un poco misteriosos, con sus respuestas casi siempre monosílabas. Pero... siempre hay un pero. Ya no sé dónde leí hace poco que un inglés dijo que los mallorquines son cristianos de día, moros de noche, y judíos todo el año. Me sonreí, y me quedé con lo más vulgar del chiste, después de todo aquello era un lugar común como tantos otros que circulan con tantos otros pueblos: los judíos, los gallegos, los catalanes, los genoveses, los sicilianos, los franceses, los argentinos. Pero, ¿y lo de moros? ¿qué les puede ver nadie de sensuales y opulentos moros a estos insulares de apariencia tan frígida?, pensé. Ah! debí esperar a ver al menos dos noches invernales en Palma para entender por dónde les sale la desmesura, la pasión, lo dionisíaco, la esperada mediterraneidad, el juego y el fuego a mis queridos mallorquines!
La fiesta empieza alrededor de la segunda semana de enero, y sigue y sigue hasta el borde del helado febrero. Si quieren conocer Mallorca, pero no la Mallorca turística de alemanes de pieles ardidas, calas bellísimas repletas de rubios enormes e ingleses borrachos copándolo todo, sino la otra Mallorca, la de los mallorquines, la profunda y verdadera, lleguen a Palma para celebrar San Sebastián, en el enero invernal e íntimo. Pasen y vean. Lo mejor del espectáculo es absolutamente gratis porque lo hacen ellos a fuerza de pura pasión española (y que se me perdone ese gentilicio tan denostado, pero no pueden negar, no pueden negar) y los "forasters" y los extranjeros no podemos sino decir gracias. Gracias por el fuego. Mañana les cuento.

28 enero 2007

Las palabras, otra vez las palabras

Después, con tiempo, les voy a contar de las fiestas de San Sebastián. Desde ya les adelanto que si yo fuera turista no vendría aquí en julio o agosto, que esto es un horno y encima repleto hasta el rodete de gente, pero no me perdería esta semana mágica de enero en que los palmesanos celebran a su santo. Es imperdible.
Pero ahora voy por algo mucho más banal: el miércoles pasado salió en todos los diarios de la isla una noticia con títulos en tamaño catástrofe: LOS TAXISTAS NO COGERAN PASAJEROS EL FIN DE SEMANA EN EL PASEO MARITIMO. De lo que deduzco que sí nos seguirán cogiendo en el resto de la ciudad, qué alivio, y de lunes a viernes. Cuando Natalia leyó la noticia, además de llorar de risa y prometer que se la mandaría por correo a todas sus amigas, dijo asombrada: "o sea que te cogen de lunes a viernes y el fin de semana, arreglate como Dios te ayude! Qué desgracia!". Gauchitos los taxistas, no me digan. ¿Ven? Después nos quejamos los porteños de que los tacheros nos afanan, y nos hablan como si fueran loros parlanchines hasta cuando a nosotros nos duele la cabeza! Por lo menos todavía no nos cogen. Aunque todo llegará; todo llegará.

20 enero 2007

La vida es muy rara

Hoy es mi cumpleaños. Aquí, en España, ya es mi cumpleaños. Como mañana llega Natalia y además Rubén está de guardia, me entretengo limpiando y poniendo orden en casa. Cuando me doy cuenta son las dos y media de la mañana; afuera hay una niebla que no deja ver ni las macetas del balcón; hace frío, ese frío húmedo tan parecido al de mis inviernos porteños. Y es una noche muy invernal. Entonces llamo por teléfono a Joaco, porque supongo que a esta hora lo voy a encontrar. Pero no. No lo encuentro, pero me atiende Jose, que está con los chicos jugando a las cartas; entre ellos Pipu, mi querido Pipu. Y entonces esos pichones, esa Jose querida y Pipu y los amigos de Joaco, desde mi casa marplatense, me cantan en el teléfono el feliz cumpleaños. Y yo casi puedo verlos, las pieles ardidas de sol, repantigados en los sillones de casa, con el verano en el aire, con mi jardín en flor detrás de los cristales. Y entonces lloro, sola en la cocina de esta casa mallorquina envuelta en niebla.

18 enero 2007

Y Delia en busca de su destino

Prometí contarles también el porvenir de Delia del Carril, la mujer de Adán Diehl, la que llegó con él a Mallorca y lo plantó parece que harta de cuernos.
De su vida sí hay muchos, muchísimos datos. ¿Y por qué? Bueno: en España, no en Mallorca sino en Madrid, a Delia la esperaba su destino. Pudo haber sido famosa por ser una precursora en todos los ámbitos. Ya les conté su insólito matrimonio. Pudo haber sido famosa porque fue, por ejemplo, quien puso en contacto a Ortega y Gasset con Victoria Ocampo, y de ese encuentro surgió no sólo la pasión desenfrenada del racional Ortega por esa argentina inteligente y atractiva, sino algo mucho más interesante (si es que hay cosas más interesantes que las pasiones humanas): la revista y después la editorial Sur, que a Victoria probablemente ni se le hubieran ocurido si no hubiera sido por la inspiración de la Revista de Occidente, y que no se hubiera animado a llevar a cabo sin el apoyo y el aliento de Ortega.
Pero no. No fue famosa por nada de eso. Resulta que Delia del Carril, que sigue en Europa hacia el 36, toma partido por la República española, y como tantos otros aventureros y románticos de tantos lugares del mundo, se instala en Madrid a presentar batalla, a formar parte de aquel heroico e inútil no pasarán. Y en Madrid conoce a muchos otros sudamericanos (ahora tan devaluados y tan sudacas) que están allí como ella, dando una mano. Entre ellos a Pablo Neruda. Les resumo: a los 50 años de Delia, ella y Pablo (que apenas pasaba de los 30 y que hasta entonces era un poeta chileno cualquiera, no la celebridad que llegaría a ser después) se enamoran perdidos, de tal forma que él abandona a su mujer y se va con ella y viven juntos durante 30 años. Delia ya no volvería a vivir en la Argentina nunca más. De hecho se murió en Chile, a los 102 años, bastante después que Pablo, hace relativamente poco. Y llegó a ser una pintora reconocida y valorada, a pesar de que encaró su vida profesional muy tardíamente. En fin. Su historia me conmovió porque tuvo como tres vidas: una hasta los 50, otra después, y todavía otra más cuando su relación con Neruda se termina. Quizás cuando huyó con Pablo habrá pensado que aquello era la aventura final, que seguramente le quedaba poco por vivir. Sin embargo le quedaba más de media vida, que además vivió mucho más intensamente que la primera mitad. Es alentador.

17 enero 2007

El gran misterio: segunda parte o...

...de cómo Mallorca se comió a Adán Diehl. Porque sabemos que llegaron las dos parejitas, las dos hermanas con sus maridos, a esta isla maravillosa más o menos cuando la Primera Guerra Mundial se puso espesa en Europa, en la otra Europa, la que frecuentaban y en la que tiraban (parece que literalmente además) manteca al techo los argentinos de entonces.
No lo sé con certeza, pero es probable que nuestro Adán haya llegado aquí junto con más argentinos, todos pintores, que estaban en París becados por el gobierno argentino para mejorar sus técnicas y que allí se habían conectado con un catalán (Anglada Camarassa) también pintor, que había adoptado la nacionalidad francesa pero que se convirtió nuevamente en más español que la Maja desnuda ante la sospecha de que si las cosas seguían así lo llamarían a filas.
Lo cierto es que juntos o separados para la misma época llegaron a Mallorca Anglada, Tito Cittadini, Francisco Bernareggi, Ricardo Güiraldes y nuestro Adán. Pareciera que todos influenciados por las bondades que contaba de la isla Paco Bernareggi, que aunque argentino era hijo de catalanes y había pasado en la infancia largas temporadas en Palma. Y todos ellos se instalan en la zona de Pollença. Cittadini y Bernareggi terminan siendo pintores muy reconocidos en Mallorca; se incorporan a la vida comunitaria definitivamente, y aunque con idas y vueltas los dos viven vidas largas y prolíficas en lo artístico, y los dos mueren aquí.
Pero nuestro Adán Diehl planea y construye el Formentor, ya les dije que no puedo ni imaginarme cómo, y prácticamente desaparece. No hay de él ni un solo dato más. Lo único que conseguí averiguar es que para cuando inaugura el hotel su mujer, Delia, ya le cantó las hurras y partió para nunca más volver (Victoria! Araca, victoria! Se fue mi mujer!). Diehl no tenía todavía 40 años, y en Mallorca, hasta donde sé, no lo conoce NADIE. Su vida, desde el Formentor en adelante, es un misterio.

Adán Diehl o el gran misterio

De Adán Diehl hay bastantes datos antes de su llegada a Mallorca. Su familia llegó a la Argentina desde Alemania, y más o menos rápidamente logró no sólo hacer fortuna, sino enlazarse con lo más selecto de la alta burguesía. Fueron ellos, los Diehl, los fundadores de la iglesia protestante alemana en la Argentina y también están ligados a la banca Torquinst. Amigo de la infancia de Ricardo Güiraldes, con él emprendió un viaje de aventuras al lejano oriente y a la India, de donde Güiraldes volvió a Buenos Aires fascinado y un poco místico.

Su encuentro con la que sería su mujer, Delia del Carril, es curioso. Pero se ve que la tal Delia estaba destinada a tener encuentros curiosos en su vida, que fue larguísima (después les cuento).

Un grupo de amigos (Delia del Carril, Güiraldes y su mujer, la hermana de Delia, Adelina del Carril y quién sabe quiénes más) organizaron un viaje en tren a Chile, y de allí en barco a donde fuera. Pura diversión de niños bien, que buscan entretenimiento con las billeteras llenas. El día de la partida el grupo se encontraba ya en Retiro, esperando el tren que los llevaría por esos mundos, cuando se apersonó nuestro Adán Diehl en la estación, quizás con la intención de despedirse de su amigo Ricardo. La cuestión es que, por lo que fuera, se ve que se le contagió el entusiasmo del viaje, porque se unió al grupo y partió él también. Y ahora lo insólito: cuando llegaron a Mendoza Adán y Delia se metieron en una iglesia y con Güiraldes y Adelina de testigos, se casaron. Así no más. Ahora mismo, en estos tiempos vertiginosos que vivimos, resultaría toda una audacia casarse así; en esos días, a comienzos del siglo XX, me imagino que debe de haber sido un verdadero escándalo, una locura que de alguna forma anticipó lo que sería la vida de los dos. Quizás esa fue la primera gran locura de sus vidas, pero sin dudas no sería la última.

14 enero 2007

La cría de ovejas y la demolición del pasado

Si yo tuviera alguna forma de pedirle permiso al señor Miguel Dalmau para copiar su nota del diario, su Salvemos Formentor!, se lo pediría, lo juro.Y de paso le agradecería, porque su nota fue el hilo del que yo tiré y tiré hasta encontrar toda la historia que acabo de contarles. Pero como no tengo forma, se las copio aquí sin su permiso, para que ustedes la lean y entiendan por qué se quiere demoler tanto pasado en Mallorca. Ahí vamos. Dice Miguel Dalmau:
"El pasado martes apareció en este periódico una noticia alarmante y descorazonadora. Decía así: "Barceló estudia derribar el hotel Formentor y levantar un nuevo edificio..." Para entendernos, la familia Barceló celebrará sus bodas de diamante colocando bombas en el último paraíso de Mallorca...
Antes de que se me inflamen las agallas, debo añadir que Simón Pedro Barceló argumentó con increíble osadía que el actual edificio "carecía de interés" y que la trascendencia del hotel se basaba exclusivamente en su entorno privilegiado. Bien, ignoro en qué universidad norteamericana ha obtenido su "master" en arquitectura el señor Barceló. Pero es un hecho que no sabe algo elemental: el edificio que pretende derribar fue el primer hotel de lujo que se erigió en España, fuera de las grandes ciudades... El hotel Formentor -y no sólo su entorno- abrió definitivamente la isla a un turismo de altos vuelos, en un escenario de ensueño. Por eso, edificio y entorno han alcanzado la categoría de símbolo hasta ser inseparables. El hecho de que el presidente de la empresa Barceló ignore o desprecie esta realidad nos recuerda que cuando el hotel fue construido, los Barceló se dedicaban, supongo, a la cría de ovejas. Y de ahí nace la clave de todo: al destruir el pasado se borran las antiguas miserias propias pero también las glorias ajenas... Tampoco estaría de más recordarle a este señor la vastísima nómina de visitantes ilustres del arte, la política, o la vida mundana que se han hospedado en el hotel... Santa ignorancia!"

El subrayado con negrita es mío, no de Dalmau. Y lo subrayé porque me parece que ahí está la clave para entender muchas, muchas cosas que pasan en esta maravillosa isla hasta donde tata Dios y mi Bibi han querido traerme. Habrá que tener paciencia. Disfrutar lo disfrutable, que es muchísimo, y para lo demás: altas dosis de paciencia.

Adán Diehl o nuestro argentino en Mallorca

Así que una vez aquí ese argentino rico, riquísimo, liberal, un poco bohemio, malcriado, bon vivant como eran entonces todos los argentinos de su clase, debe haber pensado qué pena de lugar sin un hotel cómodo donde hospedarse! Y como el lugar le encantó y supongo que le vio la vuelta, el hombre peló la billetera y dijo quiero esto, este Cabo de acá hasta acá, qué vale? Y como se ve que los precios no eran para asustar a oligarcas argentinos de vacaciones, el tipo se compró 1500 hectáreas, que en Argentina será poco más que una chacra, pero acá es un pedazo considerable y además bellísimo de isla, casi una guarangada. Sí, hace unos días le dije a un mallorquín (creo que el primer amigo mallorquín que logro hacer, y todavía no le he visto ni la cara) que los argentinos aquí resultamos excesivos; se ve que siempre fuimos un poco excesivos, y para todo.
Para cuando el hotel estuvo terminado, que igual tardó muy poco, la dulce y corajuda Delia (de la que les hablaré después, porque la suya también es una historia) ya lo había abandonado, dicen que harta de cuernos; y su concuñado y amigo Ricardo Güiraldes, con el que había recorrido medio mundo, ya se había muerto en París de un cáncer fulminante de garganta que no le dio tiempo ni a volver a morirse a los pagos de Areco.
Qué arquitecto diseñó el hotel, cómo cuernos hicieron para acamalar semejante cantidad de material y de obreros hasta allá arriba en esa época, cuando no debía haber más que senderos de cabras; por qué se le ocurrio hacer semejante obra que 70 años después sigue siendo no sólamente bella sino también funcional, con piscinas, canchas de tenis, amarradero sobre la playa y todos los lujos que puedan soñar en ese lugar que todavía ahora resulta casi inaccesible, todo es un misterio. La página del hotel empieza diciendo "La historia de un prodigio", pero de la historia no cuenta nada de nada. Ahora les cuento yo por qué, o al menos por qué cree Miguel Dalmau, aquel del Salvemos Formentor!

Ay patria mía

Cuántas veces desde que "bauticé" mi blog he pensado sin decirlo: ay patria mía!. ¿Que qué tiene que ver esto con el Formentor y quienes lo pensaron, lo imaginaron, lo pagaron, lo construyeron? Ah sí! Tiene mucho que ver.

Ocurre que el empresario que construyó el Formentor en menos de un año y lo inauguró con una fiesta deslumbrante en 1927 era un argentino. Un empresario y terrateniente argentino, Adán Diehl, que vino aquí a pasear como venían tantos argentinos (la familia Borges, sin ir más lejos), con su mujer y un matrimonio amigo. Y empiezan ahora las curiosidades: la mujer de Adán Diehl era tan argentina como él, y tan terrateniente como él. Amiga muy cercana de Victoria Ocampo porque era de su clase, (y poco después del Formentor demostraría que de su estirpe), Delia del Carril, que así se llamaba, llegó a Mallorca con su flamante esposo, en esos viajes de luna de miel eternos que se permitía entonces nuestra oligarquía vacuna, y con su hermana Adelina del Carril y su marido (nada menos que Ricardo Güiraldes). El lugar les gustó a unos más y a otros menos.

En realidad los argentinos que venían a Europa no llegaban a Mallorca por puro gusto; el destino europeo era Francia, o Roma, o Londres. Pero ocurrió que a muchos de ellos los agarró en plena temporada europea la Gran Guerra, y España, y Mallorca con ella, se convirtieron en el lugar ideal para refugiarse mientras esperaban que terminaran los tiros en "su" Europa. Así terminaron los Borges en Valldemosa; y así, ah el destino!, llegó nuestro Adán Diehl con la joven Delia del Carril a Mallorca y al Formentor que los dioses le tenían asignado. A él, y a esta isla.

Salvemos Formentor!


Eso que ven ahí es una parte del camino al Formentor, y el título que yo puse no es mío, es un plagio. Con ese título publicó en noviembre un tal Miguel Dalmau una nota en el Diario de Mallorca. Y yo la leí con verdadero interés porque ese hotel y su entorno son un lugar al que he ido muchas veces porque me encanta, y la verdad es que me da terror que lo destruyan.
Y leyendo me enteré de lo peor: el Hotel Formentor se vendió hace muy pocos meses, y sus nuevos dueños quieren derrumbarlo y hacer uno nuevo. Los compradores son los Barceló, uno de los grupos de hoteleros más fuertes de la isla, que surgieron allá por los 50, cuando llegó el turismo de masas y se acabó para todos la pobreza, el fantasma de la miseria y de la emigración que descargaba montones de mallorquines que huyendo de las penurias de su tierra recalaban en Uruguay, en Chile, en Cuba, en Argentina.
Conociendo los hoteles que Barceló tiene en Mallorca (montones) y los criterios con los que construye, la noticia no puede ser peor. Pero además por el hotel que ahora quieren demoler ha pasado la historia de todo el siglo XX. Desde Chaplin a Gorbachov, desde la reina de Inglaterra a Audrey Hepburn, desde los Príncipes de Mónaco y los Onassis, a la flor y nata de los editores europeos, que deliberaban allí año tras año para determinar a qué escritor lanzaban a la fama o al olvido (y allí consagraron para el mundo otorgándole el primer premio internacional importante que ganó ( el Premio Formentor, sí, así lo llamaron por el hotel) al mismísimo Borges, por ejemplo).
Pero los nuevos dueños parecen dispuestos a pasarse todo esto por la entrepierna. Ocurre que los Barceló ya le sacaron a la isla y al turismo masivo todo el jugo posible y buscan nuevas franjas de mercado y también nuevos horizontes. Se están expandiendo al Caribe; en poco tiempo habrán hecho con Dominicana o con la bella y virgen costa de México el mismo zafarrancho que hicieron con cuanta cala encontraron aquí. Porque si así trataron a su propia tierra, a la que dicen amar, qué no harán en tierras americanas. Y una vez usado y agotado por sobreexplotación el recurso se irán a otras costas, que ya encontrarán. Siempre habrá un lugar bellísimo y de playas vírgenes donde la gente se muera de hambre, como en su día fue Mallorca.
Cuando supe que habían comprado el Formentor, temblé. Y lamentablemente parece que no me equivoqué. Ahora esperemos que la opinión pública evite de alguna forma que destruyan esta verdadera joyita que Mallorca logró conservar tanto tiempo. Pero, ¿quién construyó el Formentor? ¿Quiénes eran aquellos empresarios dispuestos a invertir verdaderas fortunas respetando a su vez el paisaje y el entorno? ¿Dónde están ahora? ¿No habrá quedado ninguno? Veamos, veamos.

Camino al Formentor

La página que el hotel Formentor tiene en internet empieza diciendo "La historia de un prodigio". Y eso, la historia de un prodigio, la verdadera y curiosa historia, es lo que quiero contarles hoy. Pero empecemos: el Hotel Formentor está enclavado en uno de los lugares más lindos y más inaccesibles de la isla; para llegar hay que pasar por el Puerto de Pollenca (sí, el de la canción, que es hermosísimo) y después disponerse a subir una montaña por un camino angosto, de cornisa, con una vistas al mar impresionantes. Llega un momento, después de subir y bajar curvas y curvas rodeadas del mar más azul que puedan imaginarse, en que se llega a una playa angosta y larga, con un pinar añoso que casi toca el agua, y allí, escondido en la fronda de pinos mediterráneos, está el hotel; casi oculto, discreto y lujoso, muy lujoso.

Fue el primer hotel de esa categoría que se construyó no sólo en la isla, sino en toda España fuera de Madrid y San Sebastián (que ya tenía su impresionante Reina Cristina). Y se construyó, por supuesto, con todos los criterios de verdadera suntuosidad de la época, lo primero: respeto reverencial al entorno, al paisaje, porque se consideraba entonces que ese y no otro era el mejor lujo que buscaban los selectos pasajeros. Y el invento funcionó.
El Hotel Formentor puso a Mallorca, que era todavía una isla rural y pobre, muy pobre, en el circuito del turismo de lujo del siglo XX, e hizo posible que la isla y el archipiélago entero descubriera el parece que inagotable recurso de hospedar gente que venía a gastar aquí el dinero. Lo que vino después, ya lo saben. La isla dejó de ser pobre, y vaya si dejó! Hay aquí familias de hoteleros mallorquines que ni deben de saber el dinero que tienen, y banqueros, y constructores y todo quien, porque me parece que no hay actividad en Mallorca, por diversa que parezca, que no esté directa o indirectamente ligada al turismo. Aquí se produce muy poco, casi les diría que nada, y los mismos mallorquines reconocen que se vive muy bien. ¿Con qué? ¿Con las patatas de Sa Pobla? ¿Con las naranjas de Soller? ¿Con los vinos de Binissalem? ¿Con los zapatos de Inca? ¿Con las perlas de Manacor? Pues no, va a ser que no. En el año 2006 (sí, el que acaba de terminar) visitaron Mallorca 12 millones de turistas. Sí, leyeron bien. Y dejaron en la isla algo más de 11 mil millones de euros. Y sí, leyeron bien otra vez.
Deberían agradecerle al Formentor por el invento, no? Pues no, esto también va a ser que no. Ahora les cuento.

09 enero 2007

¿Qué habrá querido decir?

O para decirlo mejor: ¿qué me diría que quiso decir si yo tuviera, que no tendré, ocasión más que de preguntarle de increparlo por semejante disparate que efectivamente dijo? No lo sé. De lo que estoy segura, absolutamente segura, es de que juraría por todos sus muertos que es el hombre más amplio de criterio y solidario de este mundo. Un tal Guillermo Soler dice textualmente en el diario de hoy:
"La calle Joan Bauzá nace en la plaza de García Orell... Hasta no hace mucho fue calle en donde abundaban los bares de alterne con un alto índice de prostitución. Algunos de esos locales han cerrado, reduciéndose parte de la animación nocturna que llegó a tener.
Inmigrantes de color y árabes dominan los dos primeros tramos de esta calle, situados entre la plaza de las Columnas y Joan Mestre. En ese espacio, vecinos antiguos de esta parte de la calle han perdido parte de su antigua alegría. Incluso, se les ve moverse por la zona con cierta desconfianza...Abundan las mujeres tocadas con velo, hombres muy morenos y de pelo negro y numerosos niños que suelen hablar en árabe entre ellos... Un vecino andaluz, residente veterano de esta vía, nos señala la suciedad que puede verse en algunos tramos..."
El texto sigue, es bastante más largo, y no tiene desperdicio. Y yo digo, ¿por qué han perdido parte de su antigua alegría los vecinos? ¿qué clase de alegría tenían cuando el barrio estaba lleno de bares de putas? ¿por qué caminan con desconfianza ahora y no antes? ¿Resultan más peligrosos los hombres de piel oscura y pelo negro que los rufianes? ¿Más confiables las putas y los chulos que las mujeres con velo y los niños que hablan árabe (habráse visto peligro, Dios nos libre!)? ¿Los andaluces se asustan de los hombres morenos, y se espantan de la suciedad de las calles? Ay ay ay! Cosas vederes que non crederes!
Madre mía!!!! A mí, lo que son las cosas, no me asusta que un señor piense estas cosas, sino que se atreva a publicarlo en un diario, y que el diario se lo publique. Pero en fin: todos no nos asustamos de lo mismo, se ve.

Abuelos españoles, nietos argentinos. O al revés.

Hoy estuvimos de compras. Más que de compras, de vidrieras. Y más que de vidrieras, de mirocoteos. La verdad es que cualquiera que sea el verbo que se emplee toda actividad rclacionada con el tema de elegir, seleccionar y finalmente pagar por algo que uno quiera o necesite en estos días resulta agotador. El lunes, ayer, empezaron las rebajas (Rebaixes aquí), que además dicen que serán y que son ya furibundas porque este invierno, cambio climático mediante, las ventas no fueron demasiado prósperas.
En fin: yo ando con ganas de poner cortinas nuevas y allá me lo llevé al Bibi a Ikea, a ver si pesco algo bueno bonito y barato. Aquello era lo más parecido a un hormiguero que se puedan imaginar. Ya de entrada y para ponernos en clima debemos haber tardado 20 minutos en encontrar un lugarcito en el parking, cosa de empezar a aclimatarnos a las colas antes de entrar. Caminamos abriéndonos paso a los codazos entre las cacerolas, las camas, los roperos, las repisas, los sacacorchos, las cubeteras para el hielo con formitas de pescado, las lámparas, los estantes zapateros, las velas, los cuadros, las copas, los colchones, las perchas, los espejos, las macetas, qué sé yo, podés encontrar ahí lo que se te pueda ocurrir y más. Y gente. Gente, gente, gente y más gente. Sospecho que la isla entera decidió concentrarse esta tarde en Ikea.
Hartos de dar vueltas siempre en el mismo lugar, como si en lugar de meternos en un negocio nos hubiéramos entrampado en un laberinto de muebles, enseres y multitud, huimos hacia el aire fresco de la calle, sin cortinas, por supuesto.Y ya que estábamos a reponer fuerzas con un cafecito y unas galletitas suecas, que solo se consiguen ahí y son riquísimas. Pronto tuvimos vecinos de mesa: una mamá joven, mallorquinísima, una nena de unos tres años, inquieta, vivaracha y bonita, y una abuela también muy joven, paquetísima y más argentina que yo, que ya es decir.
La madre le hablaba a la nena en riguroso mallorquín, y del cerrado. La abuela en criollísimo y familiar argentino (querés más estrellitas, mi amor? sí; quedate acá sentadita con mami un poquito que la abuela te las trae). Y la nena, astuta y versátil como todos sus congéneres infantes, mechaba el mallorquín cerrado con la madre y el argentino más puro con la abuela, sin el más mínimo titubeo ni la más mínima confusión. Suegra y nuera hablaban entre ellas en castellano estandar, para decirlo de algún modo. Como curiosidad: la argentina le decía "¿querés más estrellitas (con "y", sí, con nuestra inconfundible "y" las estrellitas)?" a la nieta, pero "¿quieres otro café?" a la nuera. Política suegril, me imagino. Y yo me divertía haciendo de público de esa escena que fácilmente hubiera podido ser teatral.
Al principio me sorprendió, como me sorprende siempre la facilidad con que los chicos se convierten desde el principio en bilingües sin ningún problema (otro día les cuento el dolor de cabeza que me imagino que tienen los profesores de castellano de estos pagos cuando descubren que no hay forma de evitar que los chicos digan "la calor", que es femenino en catalán, o que le pongan artículo a los nombres propios, como lo llevan en catalán). Pero después, poco después, me dio por pensar que esa misma situación la había vivido yo en la infancia. Yo también tenía abuelos que no hablaban ni como mis viejos, ni como mis amigos, ni como se escuchaba en la tele o en la radio. Pero a mí eso siempre me pareció lo más natural del mundo. Jamás se me ocurrió pensar que mis abuelos hablaban raro, y por supuesto siempre les entendí perfectamente, aunque yo no usara las mismas exactas palabras que ellos. Esa era para mí la voz de mis abuelos y no un idioma extraño ni ajeno. Hoy por primera vez me dio por pensar qué pensarían, mejor qué sentirían, mis abuelos cuando me escuchaban a mí hablar en argentino.
¿Cómo será que tu nieto sea español? Por primera vez he pensado que eso mismo que le pasa a la argentina paqueta de Ikea puede perfectamente un día pasarme a mí. ¿Me resultará tan natural? ¿Estaré para entonces tan acostumbrada que esta lengua sonora y bella que es el castellano de España ya no me sonará como campanas en el oído?
Estuve tentada de decirle a esa abuela argentina que mimaba a su nieta que conserve muy bien todos sus documentos. Que guarde su partida de nacimiento, la de su hijo, la de sus padres. Aunque de cualquier manera, pensé aliviada, su nieta, su querida nieta, aun cuando la vida y la historia tienen unas vueltas rarísimas que uno nunca sabe, aquello de "para nosotros, para nuestros hijos y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino" mediante, nunca será una forastera ni una extranjera ni una ilegal en la Argentina.
Del mismo modo que nadie hubiera podido prever qué nos pasaría en el futuro a los argentinitos de los 50 y los 60, los de los abuelos españoles, quién sabe, quién puede imaginar qué les espera a estos españolitos de hoy, nietos de argentinos, en el siempre enigmático y sorprendente porvenir.

08 enero 2007

114

Terminadas las fiestas navideñas los diarios nos dicen que los muertos en accidentes de tránsito en España (así, entre paréntesis, me estoy enterando de que no debería decir España, que queda muy fascista; debería decir Estado español, que queda mucho mejor; ay ay ay, si mis abuelos gallegos se levantaran de la tumba!) han sido 114. Bastante menos que el año pasado, que fueron 181, pero de todas maneras un horror. ¿Y qué pasaría si en cada fin de semana largo (puente les dicen aquí) se viniera abajo un avión con más de 100 personas a bordo? O si un grupo terrorista se despachara para el otro mundo a más de 100 personas por semana? Un escándalo impensable; un terror generalizado; nadie se animaría a subirse a un avión hasta que se resolviera el problema; se crearían comisiones de investigación, circularían ríos de tinta sobre las causas y las posibles soluciones; en la calle no se hablaría de otra cosa, en fin: un desastre. Pero como en lugar de matarse todos juntos en un único accidente se van matando de a uno, y encima uno por aquí y otro por allí, no pasa nada de nada. Leemos el número en el diario y damos vuelta la página y seguimos con los chistes. Dios nos perdone, y que no nos toque.

07 enero 2007

Lo leo

Lo leo casi cada domingo, pero siempre en el diario de papel. El Diario de Mallorca le publica una vez por semana una nota de su blog. Hoy, un domingo aburrido, no bajé en todo el día y lo busqué en internet: un mallorquín que vive en Buenos Aires escribe desde allá unas crónicas que a veces me divierten, a veces me conmueven, a veces me enojan, siempre me dejan un cierto gusto a nostalgia de mi ciudad, a un poco de envidia. Ve en nosotros, los argentinos, las cosas que nosotros ya no vemos. Mira a Buenos Aires con los ojos de un extraño, y nos descubre una ciudad que ya no nos sorprende. Hace lo mismo que trato de hacer yo con su Palma, como si se tratase del otro lado del espejo. No sé cómo poner enlaces, pero lo pueden encontrar en www.fotozonas.com/blog Vale la pena.

03 enero 2007

Los tres y las risas


Y ahí los tienen a los tres, muy rientes (¿y por qué sonrientes sí y rientes no?) en la Plaza de Cort, en la Nochevieja otra vez.

Las luces de Navidad


Y ahí estamos en la Nochebuena de Palma, invernal y lluviosa. Habíamos terminado de cenar e íbamos caminando hacia la Seu. En el Paseo del Born nos detuvimos a hacer la foto, que nos sacó un turista de quién sabe qué exótico país. Los árboles que ven iluminados, preciosos, son plátanos añosos y ahora, en esta época, despoblados de hojas. El Bibi de piloto y paraguas, y yo con mi ponchito salteño, de pura y fina lana de vicuña, liviano como el aire y abrigado como un amor. Quién le hubiera dicho a quien haya tejido mi poncho, ni a mí misma cuando papá me lo trajo de la criollísima Salta, la linda, que un día asistiría conmigo a una ceremonia antigua, previa incluso al encuentro de mi América y Europa, en la tan gótica catedral palmesana.
No, la elección del poncho no fue casual ni inocente. Mi tierra, mis padres, mis hijos todos, mi historia, yo con todo lo que soy, fuimos a la Misa del Gallo de la Nochebuena del invierno de Palma.

Ahí nos tienen


Ahí nos tienen al Bibi y a mí (¿me notan las canas? y las arrugas? ah! fiera venganza la del tiempo), y de yapa a Ramiro haciéndose el payaso, la Nochevieja del 2006 al 2007, en la Plaza de Cort, cuando ya nos habíamos tragado las uvas al son de na Figuera, la campana del Ayuntamiento. Como verán nos habíamos organizado muy bien: vasitos de plástico y esas maravillosas botellas de cava que no necesitan ni sacacorchos, gloria a Dios y a dom Perignon. Y el Bibi con su gorro de Papá Noel publicidad de JB, que el año pasado para estas mismas fechas encontramos tirado en la calle y él insistió en ponerse porque le trajo suerte (y le trajo, es verdad, no sé si el gorro o qué, pero fue el mejor de muchísimos años para mi Bibi)
Y de paso ya que hablamos de na Figuera: mi amiga la Oriental me recordó, me desasnó en realidad, que en la Edad Media todas las campanas tenían nombre, lo cual no deja de ser poético: casi humanas, como si tuvieran emociones y doblaran de verdad por nosotros. Y ahora que pienso: una de las cosas que me encantan de Palma es el sonido de las campanas. Muy nítido, cotidiano, el sonido de las campanas de alguna de las tantas iglesias de la ciudad vieja está siempre allí y forma parte del paisaje, son como su música de fondo. El año pasado, el ante año en realidad, cuando vine en ese viaje de avanzada, sola, sin los chicos todavía, me tocó estar aquí cuando eligieron al nuevo Papa. Si no me acuerdo mal salí de Buenos Aires con Juan Pablo I agonizando, ya herido de muerte, y volví un mes después ya con Papa nuevo. El día que por fin lo eligieron me enteré porque sonaron a vuelo las campanas de toda la ciudad mientras yo tendía unas sábanas en el patiecito del departamento que tenía Rubén en el barrio de La Lonja, el más lindo y más europeo de la Palma antigua.
La cuestión es que si hablan, si nos recuerdan tan bellamente el paso del tiempo en las Nocheviejas o nos anuncian que habemus papam, ¿por qué no ponerles nombre?

02 enero 2007

Es un cuento

Acabo de leer las declaraciones de don Méndez, y aunque yo no leí como él las obras completas de Sócrates, que no soy tan leida, no, y juro por todo lo que amo que jamás lo voté ( y a ver cuántos se animan), para mí también: es un cuento, es un cuento, ES UN CUENTO. Y ya lo dijo el perro andaluz: que no te duerman con cuentos de hadas.